Revista Opinión
Lo han conseguido'Marca', 'El Mundo' y 'Sport', obligados a cerrar sus foros por insultos a Tito VilanovaHace ya algún tiempo, dos años, más o menos, escribí un artículo que titulé “La sociedad podrida”, en que alertaba del nivel de corrupción y prostitución de una sociedad incurablemente enferma que se hallaba completamente dominada por una prensa, en sentido general, radio, tv, periódicos, revistas, etc., a la que el calificativo de canallesca no hace, ni con mucho, la menor justicia.Ahora mismo, acabo de leer en El Confidencial, que el Mundo, Marca y Sport, han tenido que intervenir activamente en sus blogs de comentarios por los insoportables insultos, alusiones y referencias que en ellos se vertían en relación con la operación quirúrgica a que ha sido sometido Tito Vilanova, 2º entrenador del Barça, que adquirió notoriedad-“pero ¿quién es ese Pito Vilanova?, yo no lo conozco”, decía de él, Mourinho-cuando éste mismo lo agredió cobardemente, con toda la premeditación y alevosía posibles, metiéndole un dedo en el ojo, ante los cientos de millones de espectadores de todo el mundo, que contemplaba atónitos dicho suceso, a través de la televisión.Todo lo que ha sucedido alrededor de aquel suceso inicial, explica mucho mejor que yo lo pudiera hacer nunca, el nivel de degeneracióncanallesca y bestial al que nos hallamos sometidos en todos los frentes desde el momento en que hemos permitido que el maléfico genio de Joseph Goebbels nos poseyera.No creo que sea ahora muy necesario escribir largo y tendido sobre quién y cómo era el tal Goebbels. Sólo unas cuantas palabras: este hombre, manejando canallesca y repugnantemente unos cuantos principios que, a partir de este momento, se denominaron “principios de Goebbels”, consiguió ni más ni menos que una mala bestia como Hitler, uno de los subproductos que desprestigiaron para siempre a la condición humana, lograra no sólo el triunfo político de este sujeto que yo dudo realmente de que perteneciera realmente a la raza humana y no fuera una de esas tan anunciadas encarnaciones del mismo Demonio, pasara a integrar el mito nacional, el prototipo ideal de unas de las naciones más cultas y trabajadoras de nuestra especie.La semilla del Diablo estaba, pues, descubierta desde el advenimiento del tal Goebbels, a partir de ese momento, se generalizó el más exhaustivo de los estudios sobre los medios más o menos científicos de provocar el hundimiento moral total del ser humano mediante procedimientos tales como mentir constante y sistemáticamente sobre cualquier aspecto de la realidad cotidiana buscando, sobre todo, la supuesta justificación ética de los más execrables y repugnantes actos que este remedo de se humano que nos constituye es capaz de cometer llegando incluso a la más perfecta de las deshumanizaciones. Algún día, cuando este proceso de deshumanización total concluya, al tal Goebbels, se le levantarán altares semejantes a los que ahora se elevan a personajes tan nefastos para la historia de la humanidad como a algunos de los Papas y otros personajes semejantes que han llevado al ser humano a los peores niveles de enajenación mental colectiva y, por favor, que nadie piense que exagero. No es tampoco casual que yo haya cogido por los pelos lo sucedido con estos execrables comentarios sobre un personaje afligido ni más ni menos que por la presencia de un cáncer porque es un caso absolutamente representativo de lo que está sucediendo en nuestra sociedad, donde vemos cómo personas consideradas de gran relieve social, político, e incluso cultural se ven arrastrados por un impulso declaradamente maléfico, absolutamente injustificable, que los impulsa a participar, si es necesario muy activamente, en estas tareas que implican la más profunda descalificación de ellos como auténticos seres humanos.Tengo también escrito por aquí que el madridismo no es sino un fascismo. Y no es un juicio baladí. Vengo observando cuidadosamente todo lo que sucede alrededor de este teóricamente sólo club de fútbol desde hace mucho tiempo.Y lo 1º que llamó decisivamente mi atención y que me disgregó rotundamente de continuar participando en su seguimiento, fue la total inversión de valores que implica dicha afección. Cuesta, me costaba muchísimo aceptar que personas aparentemente intachables pudieran pensar, cuando se trataba del Real Madrid, que las continuas canalladas fueran admitidas como faltas leves porque el fútbol, ya se sabe, es una especie de pasión, y las pasiones por su propia definición escapan a cualquier clase de razonamiento.Y esto es lo que está sucediendo ahora mismo. Millones de personas han sido abducidas por una especie de encantador de serpientes, por un nuevo flautista de Hamelin, que les ha hecho creer que en el fútbol no sólo reina sino que debe de regir un código ético completamente distinto al que gobierna las demás actividades vitales.Un código tal que no sólo admite que el dichoso encantador de serpientes establezca como base de sus conductas no sólo que se mienta sino que se constituya la mentira como base fundamental de la actuación de sus prosélitos. Y, a partir de aquí, ríanse ustedes del tal Goebbels y de sus más acérrimos seguidores. Todo lo que realmente sucede en el espectro del fútbol español es completamente distinto a como se nos cuenta por esa prensa canallesca a la que con tanta frecuencia hago referencia.La perversión, la corrupción, la degeneración total, íntegra, del ecosistema que una conducta así provoca es tan increíble que nadie salvo algún loco como yo u otros, muy pocos, poquísimos, casi ninguno, se atreve a denunciarla tal como yo lo hago en estos momentos, porque el dominio de la mentira es total, ya que Goebbels y sus poderosos secuaces dominan todos los medios de comunicación sin ninguna clase de excepción, hasta el punto de que los que lo hacemos o somos reprimidos con el más feroz y absoluto de los silencios o hacen como que nos consideran una especie de locos que, por fortuna, no son nada peligrosos porque nadie, absolutamente nadie, los cree.Aprovecho la ocasión, por los pelos, para destacarles que esto es exactamente lo mismo de lo que sucede también en política.