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Tito y el cantaro

Publicado el 25 octubre 2012 por Francescbon @francescbon
TITO Y EL CANTARONi yo puedo creerme tanto tiempo sin hablar aquí de fútbol. Bueno, sería más bien privándome de hablar de fútbol, aun teniendo ganas, y temam sobre el que hacerlo. O sea, venceré ciertas reticencias, aquellas que tienen que ver con el tratamiento de temas demasiado prosaicos (excepto la política, la política es prosaica pero es un yogur donde todos meten la cuchara), y me lanzaré. Pues empieza a parecerme que es el momento de tratar un poquito de este hombre. Tito Vilanova tiene características que, como el aloe vera, aún no han sido descubiertas o explotadas en todas sus posibilidades. O que son francamente desconocidas. Por ejemplo, el común de la gente desconoce cual es su auténtico nombre de pila. Pues Tito es un apodo, en realidad un diminutivo algo atiplado, de ciertos nombres, de algunos de esos nombres que se usan en esa partícula cursi propia de la infancia y luego se recortan y se consolidan, hasta que uno se mira al espejo, se ve ante él pasada la cuarentena y piensa si ese nombre le refleja. Tito era, también, el famoso militar que mantuvo unida la antigua Yugoslavia. El mariscal Tito, se decía, el que mantenía cohesionada a Bosnia con Croacia. Del que, curioso, el común de la gente desconoce, pero de éste, el apellido. Vaya, Yugoslavia y los Balcanes (y su fantasmal figura retórica, la balcanización) también tardaban en salir por aquí. Tito Vilanova se llama Francesc. Con Pep Guardiola no había duda: Pep es el catalán por Pepe y Pepe es como se conoce popularmente en España a los José. Leí que porque las siglas PP significan padre putativo (o sea, el que en realidad no lo es pero se comporta como tal) y ese era el título que en la tradición católica se otorgaba a San José. Vaya, a estas alturas de un escrito sobre fútbol ya han salido Yugoslavia, las siglas PP y los milagros religiosos de las parteras vírgenes. Otra cualidad de Tito es su curiosa verborrea: más monótona que la de Guardiola, más de cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y pose de yo lo que prefiero es estar en el campo con mis muchachos que de estar a gusto hablando, consciente de que se le analiza con lupa cuando no con escepticismo. Guardiola empezó así también, pero su condición de antiguo jugador estrella ya le hizo bregarse, y Tito Vilanova es un paradigma del catalán de interior, del que no ha nacido en esa Barcelona cosmopolita y pan-europea que se vende al exterior, sino del que viene de comunidades más reducidas y más cerradas.. De un mundo completamente uncool.  Tito ni tiene la impecable pose de Guardiola, capaz de marcar tendencias por el mero hecho de no apetecerle afeitarse una semana, o de salir en las listas de hombres más deseados o de haber sido injustamente vilipendiado con toda clase de rumores sobre su persona. Tito es un tipo que hace un tiempo superó una enfermedad grave, igual que, cuando Armstrong triunfaba, no se dejaba de recordar que había hecho Armstrong. Vaya, Lance Armstrong también tardaba en salir por aquí. Tito superó esa enfermedad y acudió a los partidos poniéndose en su silla y restableciéndose poco a poco y, pasado un tiempo, le dijeron, (tuvo que ser así): toma, aquí tienes a los mejores jugadores del mundo, encabezados por el mejor jugador de todos los tiempos, la gran parte ya está hecha, tú haz como sabes, y todo irá bien. Y él aceptó, porque es imposible no aceptar eso, y volvió a casa y le dijo a la mujer, habrá que comprar trajes y corbatas, y la mujer le dijo y cómo te los compro, y él dijo no sé, y ella dijo, te gustan como los que lleva Pep, y él dijo así ya va bien.Pasado un tiempo les dijo a los periodistas que si se quejaban de aburrirse pues que remontar partidos y ganarlos por la mínima y dejar que una diferencia de tres goles en un cuarto de hora puede acabar en un partido pidiendo la hora, que todo eso ya no era aburrirse. No les echó en cara, no hacía falta, diez victorias y un empate sobre once partidos. No les echó en cara, no hacía falta, restablecer que los partidos emocionantes en una temporada no sólo sean los enfrentamientos con el Madrid.A mí Tito Vilanova me cae muy bien. No sé si hasta ahora, a estas alturas de este escrito, se había notado. Me gusta que ponga esa cara indefinible que los catalanes llamamos de peix bullit (pez hervido) que es a la vez estoica e inexpresiva e impasible. Me gusta que haga esa pinta de transición que se consolida y me gusta que sus trajes y sus pintas sean tan grises. No sé el motivo, cuando la liga está llena de entrenadores más elegantes y más agresivos y con menos pinta de ir al barbero cuando se ve el pelo largo. Me gusta que responda con un pragmatismo rayano con la socarronería cuando recibe provocaciones de Mourinho, el que se autodenomina the special one y se queda tan pancho. Me gusta que se mantenga en un segundo plano real mientras las cosas están yendo bien, porque los barcelonistas de siempre, y a más mayores más cierto es lo que voy a decir, siempre hemos sido especialistas en encontrar pegas y en crear problemas donde no los había. Motu propio, o porque había que vender periódicos. De esos que dicen que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.

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