Autor: Haruki Murakami
Año: 2002Género: FicciónEditorial: Tusquets
Páginas: 714
Sinopsis: Kafka Tamura se va de casa el día en que cumple quince años. La razón, si es que la hay, son las malas relaciones con su padre, un escultor famoso convencido de que su hijo habrá de repetir el aciago sino del Edipo de la tragedia clásica, y la sensación de vacío producida por la ausencia de su madre y su hermana, a quienes apenas recuerda porque también se marcharon de casa cuando era muy pequeño. El azar, o el destino, le llevarán al sur del país, a Takamatsu, donde encontrará refugio en una peculiar biblioteca y conocerá a una misteriosa mujer mayor, tan mayor que podría ser su madre, llamada Saeki. Si sobre la vida de Kafka se cierne la tragedia en el sentido clásico, sobre la de Satoru Nakata ya se ha abatido en el sentido real: de niño, durante la Segunda Guerra Mundial, sufrió un extraño accidente que lo marcaría de por vida. En una excursión escolar por el bosque, él y sus compañeros cayeron en coma; pero sólo Nakata salió con secuelas, sumido en una especie de olvido de sí, con dificultades para expresarse y comunicarse… salvo con los gatos. A los sesenta años, pobre y solitario, abandona Tokio tras un oscuro incidente y emprende un viaje que le llevará a la biblioteca de Takamatsu. Vidas y destinos se van entretejiendo en un curso inexorable que no atiende a razones ni voluntades. Pero a veces hasta los oráculos se equivocan.
Opinión:Murakami es uno de mis escritores favoritos desde que leí por primera vez algo de él -comencé con After Dark-, por lo que es un habitual en mi lista de lectura. Sin embargo, antes de leer Kafka en la orilla pensaba que ya no tendría nada nuevo que ofrecerme. Si bien todas sus novelas eran diferentes, encontrando algunas mucho más reales y otras más fantasiosas, en todas encontraba un rasgo característico y una especie de denominador común que me hacía terminar todos los libros con la misma sensación de vacío -aunque ello no supusiera en ningún caso mi ruptura con el escritor.
El japonés no es un escritor fácil. Siempre he pensado que la relación que te puede unir a él es de amor u odio, pero no creo que te pueda resultar indiferente. Le gustan los finales abiertos, le gusta dejar cosas sin resolver. El final de After Dark no lo podía creer. No lo destriparé, ni si quiera es su reseña, pero recuerdo que pensé: "¿y ya está?". Murakami termina dónde y cuándo quiere, y es difícil dar con un final mínimamente cerrado del que pienses tener todo claro y no encuentres demasiadas lagunas y vacíos sobre los diferentes pasajes acontecidos en el libro. Por ello, después de haber leído tantas novelas suyas y tener un poco claro por dónde iban los tiros, no creí que Kafa en la orilla pudiera sorprenderme demasiado, y esperaba quedarme con esa sensación final de pensar que faltaba algo.
Pero no fue así. Kafka en la orilla me sorprendió más de lo que me habría podido esperar, y se ha convertido sin duda en mi libro favorito de Murakami y el que siempre recomendaré. Eso sí, mi vital consejo para aquel o aquella que se aventure con algo de este autor: leer con la mente abierta, y no os cuestionéis demasiado el porqué de las cosas. Porque si lo hacéis probablemente terminaréis decepcionados. No ganas nada preguntándote por qué los peces caen del cielo o por qué los gatos hablan. Con Murakami hay que aceptar las cosas de la manera que vienen.
La novela se relata bajo dos puntos de vista. Por una parte tenemos a Kafka y por otro lado a Nakata. Kafka Tamura es un joven que acaba de cumplir los 15 años y se escapa de casa, acompañado únicamente por su álter ego denominado Cuervo y ligeramente déspota. Nakata es un anciano que en su niñez debido a un accidente -no esperéis descubrir qué hay detrás de este accidente-, perdió la capacidad cognitiva pero tiene el don de hablar con los gatos. Una de las cosas que más me ha gustado de este libro es que no se me hizo aburrido leer a ninguno de los dos personajes. Generalmente, cuando hay dos o más personajes protagonistas, alguno de ellos me produce más hastío, pero en este caso no ha sido así. Los dos son personajes muy completos y con un carácter especial, si bien he de reconocer que Nakata es especial. Es imposible no coger cariño a este entrañable personaje, quien no entiende muchas cosas pero es el que más sabe. Hay un personaje más secundario por el que nunca conseguí sentir apego, la señora Saeki, pero ello no quiere decir que no fuera fundamental en el transcurso de la historia.
No quiero entrar en detalles sobre el libro porque lo que quiero es animaros a leerlo, no a contaros todo lo que en él pasa. Ambas historias se entrelazan, pero la conexión que une a los dos protagonistas se da de manera inconsciente para ambos. La única pega que le pongo al libro es que hay una escena bastante desagradable, en la que te explican al detalle cómo desalman a un gato y terminan con su vida. Por lo demás, yo quedé de lo más satisfecha. Y más que satisfecha, fascinada. Que este escritor me fascina como podréis ir comprobando no es nada nuevo. Pero este libro se gana un rincón especial sobre sus otros libros porque incluso el final me dejó complacida. No deja de ser abierto, pero lo encontré ligeramente más cerrado que los demás. O quizá sea que yo le di mi propio final.
Una vez más Murakami relaciona el mundo onírico con la vida, asociación más que presnete en la mayoría de sus obras. Las metáforas se suceden a lo largo de toda la novela y adquieren una enorme importancia. Se podría decir que Kafka en la orilla relata la búsqueda del ser de uno mismo, el camino a la madurez y el dejar atrás los acontecimientos trágicos de la vida. Y al menos a mí me mantuvo enganchada hasta el final. Eso sí, quiero volver a recordaros de lo importante que es leer una novela de Murakami con la mente abierta -a excepción de aquellas simplemente realistas sin tantos ápices de fantasía como After Dark, Tokio Blues o Al sur de la frontera, al oeste del sol.
Os dejo unas frases que me gustaron, como será habitual en mis reseñas. Aunque he de decir, que en este libro hay muchísimos pasajes interesantes y destacables.
"Un recuerdo es algo que te caldea el cuerpo por dentro, pero que, al mismo tiempo, te desgarra por dentro con violencia".
"Vence el miedo y la ira que hay en ti. Deja entrar dentro de ti una luz clara que vaya fundiendo el hielo de tu corazón. Eso es volverse fuerte de verdad".
"Hay obras que poseen cierto tipo de imperfección que cautiva el corazón de las personas justamente por eso, por ser imperfectas".
"No es la persona la que elige su destino, sino el destino el que elige a la persona. Ésta es la concepción del mundo en la que se fundamenta la tragedia griega. Y la tragedia, según la define Aristóteles, irónicamente, no surge de los defectos del protagonista, sino de sus virtudes. ¿Entiendes a qué me refiero? Son las cualidades, no los defectos, los que arrastran al hombre a la tragedia".
Puntuación:
★★★★★