Revista Libros

T.m.i.

Por Marapsara
T.M.I.
A menudo sucede que la impotencia me invade. Ganarse la vida en uno de esos trabajos de cara al público da lugar a multitud de situaciones incómodas que comienzan cuando el cliente decide aportar más información de la necesaria y ya no terminan nunca. Es enriquecedor y muy agradable intercambiar impresiones acerca de un escritor o una película cuando el cliente decide que tu opinión le interesa y esto es recíproco: pero lo único que realmente necesita el dependiente es que cada cliente exprese de una forma cortés, directa y breve lo que necesita, para atenderle satisfactoriamente en el menor espacio de tiempo posible.
Parece simple, parece obvio, pero desgraciadamente no suele ser así. Nada más lejos de la realidad: a menudo sucede que los clientes se extralimitan, se contradicen, se equivocan, se olvidan. Así, puede ocurrir que a la petición final de la necesidad le anteceda una interminable introducción absolutamente innecesaria del tipo: “Es que como su compañera de clase no se lo puede prestar vengo de la Casa del Libro porque allí es más barato pero ya se les había agotado y he tenido que volver porque se puso a llover y no tenía paraguas y al salir del metro me encontré con una tienda de saldos pero con tan mala suerte que tampoco lo tenían y la dependienta, que sería así de la misma edad que tú me ha dicho que por qué no os preguntaba a vosotros y me ha mandado aquí: quiero La Celestina en la edición de Cátedra”.
Pero puede ser mucho peor. Puede que la información innecesaria sea breve y no reste más de unos segundos de tu preciado tiempo (siempre hay mucho trabajo esperando en el almacén) y sin embargo se trate de una frase lapidaria que haga que hasta el final del día tu rostro exprese el Grito de Munch: “¿Me lo puedes ir buscando mientras voy un momentito al baño? Es que no puedo más”. Lo peor, sin lugar a dudas, es la coletilla: “Es que no puedo más”. Too Much Information.
Los ejemplos al respecto son infinitos. ¿De veras todo esto es necesario? ¿Dónde quedaron la seriedad, la educación y el saber estar de la sociedad que me rodea? ¿Acaso es esto lo que les enseñan ahora a los niños en el tiempo libre que les resta de sus huelgas de deberes?

Volver a la Portada de Logo Paperblog