No soy un aficionado a los comics, de hecho mis contactos con el genero no han pasado de Mortadelo y Filemón, Súper López o Pepe Gotera y Otilio, sin embargo, ayer entré en una amplia tienda de comics del Soho de Málaga quedando gratamente sorprendido.
Aunque para mi entorno una tienda de este tipo se conoce cariñosamente como una “tienda friki” y por ende todos los que entran son “unos frikis”, yo no me considero tal.
Eso sí, tampoco me molestaría ser un friki. Hoy en día ser un friki es algo para llevar con orgullo, sobre todo porque viendo la caterva de analfabetos funcionales que se asoman por la televisión, ser friki te marca con la extraña vitola “Sabe leer … y le gusta”.
Más allá de las disquisiciones filosóficas sobre lo que se supone que es ser friki o no, lo que me llamó la atención es que para ser la primera vez que entraba en una tienda de comics había allí bastantes elementos (figuras, libros, comics) que identificaba fácilmente. Mazinger Z, Dragon Ball, Caballeros del Zodíaco, Breaking Bad, Game of Thrones, The Walking Dead, Star Wars, Big Bang Theory, o la legion de superheroes de Marvel y MC. Incluso había una estantería llena de libros de Anne Rice y su miniuniverso vampírico.
Lo cierto es que aunque había una gran cantidad de estanterías que me sonaban literalmente a japonés, encontré una buena parte de la tienda en la que podías sentir la comodidad de identificar lo que allí había y evocar buenos recuerdos, algunos de ellos tan desdibujados como el propio Baron Ashler en blanco y negro. Pero eso no me hizo sentir identificado con el manido estereotipo friki de joven sin vida social, lleno de granos, alejado de cualquier tipo de actividad física y que no se acerca a una mujer ni aunque tenga en la mano un cartel que ponga “Gratis” y en la otra mano la espada de Eddard Stark.
Y tras un rato paseando entre los pasillos absorto en los pequeños descubrimientos que me llevaban a otros mundos y otros tiempos, regresé a la vida mundana y pregunté contrariado “Cariño, ¿yo no soy un friki, verdad?” A lo que mi paciente mujer respondió “No, no eres friki…eres muy friki”. Quién soy yo para contrariarla. Va a ser cierto que mi mujer me conoce mejor que yo mismo…pero que conste que yo no soy friki…creo.
Vale, me he leído varias veces el Señor de los Anillos, estoy disfrutando de la saga de novelas de Los Caminantes (genero zombi, mucho mejor que Guerra Mundial Z y ambientado en Malaga) de Carlos Sisi, disfruto una barbaridad con vampiros y demás chifladuras fantásticas, e incluso estoy empezando a leer Game of Thrones en inglés. Además, ya puestos confieso que de que mi super héroe favorito es Iron Man, porque no tiene super poderes (como Batman), esta hiperforrado (como Batman) y es mucho mas chulo, irreverente y macarra que Batman. Y de paso como he pagado otro año mas de este dominio seguiré teniendo un blog personalizado, en el que escribiré cuando mis obligaciones me den un ratito para seguir volcando aquí mis opiniones.
En el fondo no es importante ser friki o no serlo. Lo importante es hacer lo que te guste sin esperar tener la aprobacion de aquellos que pretenden estar en posesion de la verdad absoluta.
Y para terminar esta entrada de regreso tengo que decir que el sentido de la vida, el Universo y todo lo demás es 42.