Pues sí, voy a votar. A tomar por retambufa todas mis reflexiones anteriores. Esta vez pienso que tengo que ir a votar. Y tú también. Y no me importa por quien quieras votar. Si quieres votar por los que van a ganar, adelante. Si vas a votar por los que ya se saben perdedores, adelante también. Y si como yo, no quieres votar por ninguna de las dos caras de la misma moneda (que no digo que sea lo mismo votar a unos que a otros, porque no lo es), hay más opciones. Aunque te parezcan minoritarias están ahí. Y no es un voto tirado a la basura. En primer lugar sirve para que tú te sientas bien por haber votado por aquello que crees. En segundo lugar, a lo mejor tu voto sirve para que alcancen el porcentaje necesario para obtener un grupo parlamentario. O a lo mejor le resta un diputado a los eufóricos, o a los melancólicos. O quizás sólo sirva para que alguien (ojalá, que significa: Dios lo quiera) se entere que hay otros tipos de sociedades posibles.
Pues nada, que esta vez toca ir a votar.