Revista Opinión

Tocata y fuga del Tribunal Constitucional

Publicado el 14 junio 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Como seguramente ustedes saben, tres de los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) han dimitido de sus cargos. El motivo ha sido que habían rebasado el mandato seis meses sin ser sustituidos.

Todavía hay jueces que muestran su desacuerdo ante la indecencia de los grandes partidos. Otra epopeya más de este bipartidismo asfixiante que hace de esta democracia un juego de cambio de cromos. Una alternancia fingida en la que el Estado importa un pito y sólo adquiere relevancia el poder de los dos grandes partidos.

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Gay, Pérez Vera y Delgado, que así se llaman, han demostrado querer que se cumpla la ley. Y han pretendido forzar a que nombraran a sus sustitutos. O sea, que el Parlamento cumpliera con su obligación, nada más. Pero, claro, con la Iglesia hemos topado. Ahí está el vocero mayor del TC, Pascual Sala, para no admitirles la dimisión, no vaya a ser que los pobres partidos (PP y PSOE) tengan que elegir con prisa, una cuestión secundaria. Al fin y al cabo, qué más da. Ya se sabe lo que van a votar de antemano, según que partido los ha elegido.

El presidente del TC ha salvado el culo a los partidos, porque les ha tapado sus vergüenzas no admitiendo la dimisión de los jueces y zanjando una crisis. Era una oportunidad para que los dos grandes se vieran obligados a cumplir con su obligación, la renovación de los cargos del TC. Lo gracioso es que el Sr. Sala ha puesto por excusa, que hay mucho trabajo pendiente. Como si esto fuera nuevo. Todavía después de más de seis años, siguen sin dictar sentencia sobre la ley de matrimonios homosexuales, por ejemplo.

El TC no es sino una marioneta de los partidos, y naturalmente los dos grandes, los que pueden poner y quitar magistrados, permanecen en una lucha de poder permanente, porque en este Tribunal se juegan cuestiones importantes, ya que se utiliza como si fuera una segunda cámara. Así lo ha hecho el PP, cada vez que el parlamento aprueba una ley que no le gusta, buscando cambiarla (recordemos entre otras leyes, la del estatuto catalán, o dos a las que ha recurrido y que permanecen en el sueño de los justos, como la de los matrimonios homosexuales y la del aborto).

Ellos van a lo suyo, y, sin embargo a pesar de que nos dicen, cada vez que les apetece y conviene, que la ley hay que cumplirla, ¿por qué no la cumplen ellos, sustituyendo en los tiempos que marca la ley, a los miembros del TC? Está claro que se sienten por encima de la ley.

De cualquier forma, el TC está tocado y no es una cuestión de nombres, es una cuestión de funcionamiento. En primer lugar, si los componentes del mismo son nombrados por los partidos, estamos abocados a que ocurra esto una y otra vez. En segundo lugar, si la soberanía radica en el Parlamento, se debe regular la intervención del TC para evitar que se abuse de él, en beneficio propio y que se puedan corregir las leyes que se aprueban, porque se convierte en sancionador de esa soberanía nacional.

El desprestigio del TC es cada vez mayor. Gracias a estos dos partidos, que anteponen sus intereses de poder a los intereses de Estado. Y así nos va.

Salud y República


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