Foto: Tiempo Argentino
La semana pasada me entrevistó Ivana Romero. Comparto la nota sobre esa linda charla que salió publicada hoy en el Diario Tiempo Argentino: "Me crié entre cuentos de brujos y personas que echan las cartas". Agradezco a Ivana el trabajo titánico y la publicación en tiempo récord. Excelente periodista. También le agradezco a Gustavo Kogan, de GK Comunicación, por la maravillosa gestión.
Comparto parte de la charla, acá:
–Hace un rato, antes de empezar la entrevista, me decías que empezaste a escribir "en serio" en Argentina. ¿Cómo fue ese proceso?
–Fue así realmente. Yo me gradué en 2000 y empecé a trabajar en una empresa de tuberías de acero. En mi país no es frecuente que alguien que trabaja de ingeniero tenga un deseo vinculado a la literatura. Y si la tiene, se considera que no puede ser más que un hobby. Todos mis amigos eran ingenieros, y como desde siempre tuve inquietudes de otro tipo, me veían como una ingeniera rara. Mis inquietudes eran, básicamente, leer; en especial a Edgar Allan Poe o sagas como las que escribe VC Andrews. También leía mucha ciencia ficción, pero quizás eso sí tuviese más que ver con mi profesión. Como sea, cuando vengo a Argentina me doy cuenta de que quiero trabajar más en mi escritura, tratar de que dejase de ser un hobby. Entonces conocí a Alejandra Laurencich. Empecé a hacer con ella un taller de narrativa en 2007 en el marco de la Fundación Avon y luego otro, particular. Ahí empecé a trabajar estos cuentos, que estuvieron terminados en 2012. Al año siguiente los presenté en el Fondo Nacional de las Artes y ganaron la primera mención.
–¿Qué te interesa del género fantástico y del terror?
–Me interesa inquietar un poco sin tener necesidad de mostrar el monstruo. Orson Scott Card dice que una cosa es el terror, otra el miedo, otra el horror. A mí me interesa, siguiendo ese razonamiento, lo terrorífico. Pero lo terrorífico que se puede construir desde lo cotidiano. Ahí tienes un cuento como "Bilik", donde la infancia se transforma en un territorio nada tranquilo, con sus fantasmas. Me interesa también la tensión latente en los personajes, en las relaciones humanas, como en otro cuento del libro "Deja la luz encendida", donde una vieja muy extraña se cruza en medio de una pareja. Hay un maestro en todos estos temas, Kjell Askildsen, cuyos cuentos son cortos y, sin embargo, constituyen una lección fascinante de escritura.
–También en estos cuentos está muy presente el tema de las religiones populares.
–Sí. Vengo de una familia cerrada y me crié en un ambiente humilde, de obreros. Allí sigue estando muy aceptado el rol de la mujer como matrona, como señora de la casa que cuida a su familia pero no como mucho más. Así que me interesa escribir sobre cuestiones de género. Pero eso viene acompañado de otra cuestión. Y es que, en mi familia, son todos contadores de cuentos, entonces siempre está presente el tema de la oralidad. Y allí las mujeres tienen un rol importante. Por otro lado, yo no soy muy religiosa pero me fascinan los ritos populares. Además, me crié con cuentos de fantasmas, de brujos, de gente que te echa las cartas. La señora que crió a mi mamá, a quien le digo "abuela", echa las cartas. Es una señora negra orgullosa de sus nietas blancas… ¡que odiaba a los negros! Desde que tengo uso de razón recuerdo a ella hablando de brujerías y a mi madre contradiciéndola. Eso sí, mi madre echaba cuentos sobre brujas que arañaban el techo y aparecidos. Y yo sabía que alguna vez lo iba a usar. Otros familiares son brujos, tienen estatuitas, prenden velas. Y creen en eso. No les voy a decir que no lo hagan. A mí me gusta y me interesa que les funcione. Una vez, un hombre en Caracas me dijo: "a vos te han montado una brujería". Hacen eso para sacarte dinero, para engañarte. Y yo me dejé engañar para saber hasta dónde quería ir. Con el tiempo me di cuenta de que esa curiosidad, acompañada de una técnica narrativa que vayas aprendiendo en base a oficio, puede dar como resultado un buen cuento.
–¿Qué sucede con tu lenguaje? Porque la lengua de tus cuentos es híbrida, habitada por formas propias de tu zona de origen y a la vez, rioplatenses.
–Es algo complicado de manejar. "Deja la luz encendida" tuvo una versión inicial que no es ni la sombra de la versión final del cuento, que surgió a partir de un sueño. Yo tengo hermanas y me interesaba utilizar ese vínculo como forma de relato. En fin, que las chicas son venezolanas y el marido de una de ellas, no. Pero, ¿cómo sugerirlo sin necesidad de decir 'esto es así o asá'? Había que decidir cómo relatar, si mi voz iba a ser totalmente la de mi Venezuela natal o iba a estar un poco habitada por modismos más propios de acá. Y a la vez, el desafío era que el marido argentino no dijera "che" cada dos palabras para dejar claro que es de acá. Te cuento esto para explicar hasta dónde pienso en el lenguaje cada vez que me pongo a escribir.
Invito a leer la nota completa desde acá: Tiempo Argentino: "Me crié entre cuentos de brujos y personas que echan las cartas".
Sobre la presentación
Hoy presentamos Todas las mañanas un muerto (La letra Eme, 2014). Será a las 19 en Casa de la Lectura (Lavalleja 924). Estaré acompañada por Alejandra Laurencich, Elsa Drucaroff y Laura Massolo.