Título: Todas las personas que
mueren de amor.
Autor: Víctor Álamo de la Rosa.
Editorial: Salto de Página S.L.
ISBN: 8416148228
pvp: 15,11 € en Agapea
“Todas las personas que mueren de amor” se trata de un ejercicio ingenioso donde nada parece lo que es. No sabemos si los muertos murieron o viven. Todo el escenario está recreado usando un estilo milimétrico que juega con las percepciones del lector a modo de una pecera al revés, donde el que vive dentro (el hospital) interpreta lo que pasa fuera, lo que ve y lo que no ve pero se imagina. Una voz lleva la voz cantante, aunque no sólo hablará uno de los personajes, (que cada uno tendrá su turno de palabra), y así habrá más voces que acudirán a hablar del difunto vivo, como sucede en la vida misma donde cada uno opina sobre lo que somos y sobre los demás: siempre somos juzgados. El nivel técnico de la escritura de Víctor es muy alto, esto ya deja de sorprenderme, pero me llamó poderosamente la atención los cambios de voces y registros sin que me haya chirriado lo más mínimo. Esto es posible porque Víctor maneja muy bien el lenguaje: lleva al lector de la mano y no lo suelta hasta ese punto y final (¿o será un punto y seguido?).
¿Qué nos ha querido contar Víctor? En “Todas laspersonas…” Víctor muere para seguir siendo escritor. Casi podríamos decir que se trata de un suicidio literario. Hay mucho de Víctor Álamo escritor en sus líneas. Creo no equivocarme (el tiempo lo dirá), pero en un futuro, cuando estudien la obra de Víctor, considerarán esta novela como una obra de transición en su trayectoria literaria, porque no me cabe la menor duda de que vienen más novelas, al menos dos novelas más por lo que se desprende de la lectura del libro. Este no es un cambio de registro, esta no es la primera novela de un nuevo Víctor después de que dejara su universo literario de “la isla menor”. La primera novela aún está por llegar. En las 168 páginas de “Todas las personas que mueren de amor” se encierran una serie de guiños crípticos hacia su obra y lo que significa “morir por escribir” y “resucitar para escribir”.No voy a compartir aquí esos guiños literarios porque el encanto de la lectura está en buscarlos para poder saborear la historia, pero el mensaje que me queda después de leer esta última obra de Víctor es una gran verdad: el escritor debe tener la osadía de cuestionarse, de mirarse al espejo, de decirse que tiene que morir, de matarse para seguir escribiendo. Hay muchos ejemplos de escritores que no lo hicieron y que siguen escribiendo a pesar de llevar años muertos remuertos de verdad, y sus libros apestan porque ya nacieron fallecidos. Eso no le ocurrirá a Víctor, por encima de que te fascine o no te guste su obra.
Víctor ha muerto y resucitado. Yo apenas he nacido. Me queda mucha vida por andar. Me tengo que dar prisa. Quiero morir en el intento.