Ojala todos tuviéramos nuestro propio conjunto de pájaros.
Para que, al igual que al pasear por el monte,
sus cánticos nos avisaran de que algo está por llegar.
Una ilusión, un plan, una excursión.
Un paseo o un amor.
Por otra parte, está bien poder caminar en silencio.
Los propios pasos nos marcan nuestro propio ritmo.
Todo a su debido tiempo.
Cada camino con su tempo.
Cada ave cantando en el tramo que corresponde.