Todo llega, todo pasa y todo cambia. Ya me quedan poco menos de tres meses para despedirme de Berlín, esta ciudad que tantas cosas me ha regalado y enseñado durante aproximadamente año y medio. El 15 de diciembre hago las maletas de vuelta a casa, a mi bonita ciudad de A Coruña. Lo cierto es que no me ha costado mucho tomar la decisión de volver a casa para instalarme, en principio, definitivamente porque pienso que, cuando uno siente que es el momento de hacer un cambio porque sabe que le será más productivo y conveniente, debe hacerlo. Cuando uno pone en una balanza la opción A y la opción B y una pesa más que la otra, debe hacerlo. Y así me ha sucedido a mí.Mi objetivo tras terminar la carrera siempre había sido Alemania. Para mí no había otra opción. Y es que desde que en primero de carrera empezara a estudiar el idioma, siempre había estado fascinada por la cultura y sus gentes y yo sentía la necesidad de vivir allí durante un tiempo. Intenté hacerme un hueco en Essen y más tarde en Colonia pero por circunstancias del momento no tuve suerte. Fueron muchos los que me dijeron que no continuase, que era más fácil y seguro quedarse en casa. Sin embargo, yo necesitaba vivir nuevas experiencias y seguí probando suerte.
Así, puse todas mis esperanzas en Berlín a partir de aquel 1 de junio de 2013. Y cierto es que aunque pasé por momentos muy duros, nunca barajé la opción de tirar la toalla porque sabía que quedarme aquí me iba a enseñar mucho de la vida, me enseñaría a seguir madurando. Necesitaba vivir una época alejada de mi familia y mis amigos de siempre. Necesitaba básicamente meterme de lleno en una ciudad multicultural como es Berlín y aprender de gente distinta a mí, de otros países y culturas; necesitaba vivir en una ciudad grande en la que siempre pudiese tener a mi disposición una gran oferta cultural y, sobre todo, necesitaba conseguir un trabajo relacionado con mis estudios. Y poco a poco, lo fui consiguiendo.Desde mi experiencia y todo lo bueno que me ha reportado, yo animaría a todo el mundo a que viviese una estancia en el extranjero en la que conviviese con personas de otros países y trabajase en algo relacionado o no con su ámbito. Es en esos momentos, cuando estás solo, te conviertes en extranjero de ese país, tienes que arreglarlo todo por ti mismo y pasar por varios apuros cuando aprendes a conocerte mejor, a madurar y a saber qué es lo que quieres exactamente de tu vida.