No sé cómo lo hemos hecho, pero el domingo hemos dormido una barbaridad. El peque y yo amanecimos a las 10.35h, una hora que yo no recordaba desde antes de estar embarazada. Y la siesta de después de comer duró más de dos horas y media, así que no es de extrañar que al final me doliera hasta la cabeza de tanto dormir.
Cundir no nos ha cundido, pero estoy nueva. Además, mi marido se ha ocupado muchísimo del niño, lo que me ha permitido dedicarme un ratito a mi e, incluso, hacer magdalenas.
Ha sido un buen fin de semana; a pesar de que el frío nos ha tenido encerrados en casa lo hemos pasado bien, el peque ha estado de buen humor, ocurrente y más comunicativo. Y falta me hacía porque la semana que empieza ya mismo se presenta bien completa, ¡comenzamos ya con las sesiones de atención temprana!.