Naian Chegodayeva en Todo el mundo tiene a alguien menos yo
De la cámara fija que dura y dura, a la Jarmusch en postcoitum (¡atención público conocedor!), pasando por un top shot en el que el peinado, el filtro y los diálogos son del más clásico Marlene y Fassbinder, musicalizado como los mismísimos dioses, con un rock americano indie de muchísima altura; amén de cantidad de insultos al gusto común y la juventud desenfrenada, que nos recuerdan la genial Ghost World.Con la esperanza de su próximo estreno, me ahorro profundizar en el análisis y me quedo en la más cariñosa invitación. Sé que no la dejaremos pasar de largo, porque conozco un objeto de culto instantáneo cuando lo miro, y porque solos y solas seguramente habemos más de uno. luisricardo.com