Revista Cultura y Ocio

Todo es silencio, de Manuel Rivas

Publicado el 13 noviembre 2011 por Goizeder Lamariano Martín

Todo es silencio, de Manuel Rivas

Título: Todo es silencio

Autor: Manuel Rivas

Editorial: Alfaguara

Año de publicación: 2010

Páginas: 245

ISBN: 9788420406640

Hace ya casi diez años, durante la carrera, descubrí a Manuel Rivas con El periodismo es un cuento. Volví a sumergirme en sus palabras hace tres años gracias a El lápiz del carpintero. Y ahora por fin vuelvo a este autor que tanto me gusta con un libro al que le tenía muchísimas ganas: Todo es silencio, una obra de la que había leído infinidad de reseñas y comentarios que hablaban maravillas de ella. Y ahora entiendo por qué.

En esta obra corta pero intensa, que seduce, hipnotiza y fascina desde el principio y hasta el final pero que, al mismo tiempo, se lee despacio, con calma, poco a poco, saboreando intensamente cada palabra, cada frase, cada párrafo, Manuel Rivas nos transporta hasta Brétema, un pequeño pueblo de la costa gallega. Un pueblo ficticio, imaginario que, sin embargo, podemos ver, oír y sentir. Sin distancia, sin nieblas que se interpongan entre nosotros y ese escenario. Un escenario lleno de sombras, de mentiras, de medias verdades. Pero, sobre todo, un escenario lleno de silencios.

Un escenario en el que hay dos protagonistas, omnipresentes, poderosos e inevitables. El mar y Mariscal. El mar que quita y que da, que hace naufragar los barcos, ahogarse a los pescadores, pero también el mar que trae de todo a la arena. Y todo el mundo sabe que los restos de un naufragio son para quien los encuentra.

Y Mariscal, dueño y señor de Brétema, que hace y deshace a su antojo, sin que nadie, ni los vecinos, ni la policía sepan o puedan hacer nada para evitarlo. O quizá no quieran. La ignorancia es la felicidad, es más fácil mirar para otro lado, hacerse el ciego y el sordo, porque todos saben que la boca es para callar. Y el silencio es la única forma de sobrevivir, al menos en Brétema. Eso lo saben muy bien los protagonistas de esta historia. Fins, Leda, Brinco y Chelín. Cuatro amigos desde la infancia, cuatro jóvenes que dedican sus días a buscar tesoros entre los naufragios. No aspiran a más, aunque tampoco desean nada más. Sólo quieren vivir tranquilos. Aunque eso en Brétema es difícil.

Porque este pequeño pueblo de la costa gallega ha caído en las redes del contrabando y del narcotráfico y, sobre todo, en las manos de Mariscal. Él es el que controla el destino de todo y de todos en el pueblo. No se puede escapar a su poder. Su poder tiene una alargada sombra que lo cubre todo. Es odioso y es fascinante al mismo tiempo, es peligroso e hipnótico, es temido y respetado.

Por eso, cuando pasan los años y Fins, Leda, Brinco y Chelín han crecido y se han convertido en adultos continúan dependiendo de Mariscal, cada uno a su manera. Unos han decidido vivir bajo su cobijo y su protección, otros prefieren hacerle frente pero todos, aunque no lo sepan, siguen bajo su poder.

Un poder que, al igual que la narración de esta obra, es como el mar. A veces está en calma y otras embravecido. Un poder que rodea a los protagonistas de esta historia y los va moldeando poco a poco, convirtiéndolos en lo que son, en lo que dicen pero, sobre todo, en lo que no dicen, en sus silencios, esos silencios que les dan forma.

Porque la sombra de Mariscal es como la niebla, una niebla de la que es imposible escapar, que se mete en los huesos y corrompe la condición humana, convirtiendo a los hombres en monstruos sin escrúpulos.

Resulta sorprendente y admirable la capacidad de Manuel Rivas para abordar un tema tan real, tan duro, tan cruel y tan complejo como el narcotráfico con un lenguaje incisivo, claro, directo y acusador que, sin embargo, al mismo tiempo también es lírico, sugerente, evocador y suave.

Como un susurro, como las palabras dichas al oído, en voz baja, palabras que dicen más por lo que callan que por lo que cuentan, porque ya se sabe que aquí, rodeados de sombras, mar y niebla todo es silencio.


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