Ya expuse en otra parte cuál era, según mi interpretación, la deducción metafísica de la tesis del mejor de los mundos a partir del PRS:
1) Todo existe por una razón (según el axioma: ex nihilo nihil fit).
2) Todo lo que existe tiene más razones para existir que para no existir (según 1).
3) No hay diferencia alguna entre existir y seguir existiendo. Ergo, cuantas más razones se necesiten para existir, más se precisarán para continuar existiendo. E converso, cuantas menos razones se necesiten para existir, menos harán falta para seguir existiendo.
4) Los estados de cosas ordenados, siendo racionales en sí, necesitan menos razones externas para seguir existiendo (según 3).
5) Existir es mejor que no existir.
6) Los estados de cosas ordenados tienen más razones para existir (según 2) y para seguir existiendo (según 4) que los desordenados y, por tanto, un mundo regido por el PRS es el mejor de todos los mundos posibles (según 5).
Jesús Zamora (que vuelve sobre el mismo tema) contestó a este argumento atacando su eslabón más débil o menos obvio, esto es, el punto 5. Para él lo mejor es un concepto relativo, vinculado al placer o a la opinión del individuo, mientras que para mí es absoluto, vinculado al número y orden de los fenómenos. El dilema de "o bien el ser es lo mejor, o bien la nada" es rechazado por Jesús al prescindir de una noción unitaria de lo mejor. Mi objeción sería que, en este caso, no cabe hablar de problema del mal. Pues, si el bien pende de las apariencias y del sentir de cada uno, otro tanto habrá que afirmar del mal, que ya no será un problema ontológico, sino cultural o epistemológico. Destruyendo los fundamentos de la solución, pues, decae la seriedad del propio obstáculo y se pierde su fuerza subversiva, por lo que el teólogo ya no se siente interpelado por él. Así, un Dios sabio y bueno no está obligado a crear un universo tal que todos sus seres se sientan felices en él (lo cual sería obrar como un adulador), sino uno en el que deban sentirse felices si son virtuosos.