Todo gira alrededor de un negocio

A veces creo que todo se fragua alrededor del más puro y duro
comercio. Y la sexualidad se ha convertido en moda. Yupi, ya era hora. O no. No sé que pensar. El sexo vende, sin duda, es uno de los reclamos comerciales más  irrefrenable y efectivos para el público. Y ha pasado de ser un reclamo indirecto y subliminal o todo un icono de negocio. La sexualidad no es un pecado, ni tampoco un negocio, y sin embargo, se está convirtiendo en referente de la propia humanidad masculina y femenina. Todas las tendencias tienen presencia porque hay un público para ello. El placer físico y el orgasmo son el estandarte de una nueva gallina de los huevos de oro. Mojigatos al paredón. La industria del juguete sexual ha triplicado sus ingresos. Y sin embargo, las niñas se siguen quedando embarazadas porque la educación sexual está en pañales. Y el negocio en auge. Las revoluciones sexuales siempre ha precedido a grandes crisis. Siempre ha sido así. En los años 60, en los 40 en los año 20, a finales del XIX... ¿Significa este subidón comercial del sexo en primera persona un anticipo de más crisis? Más crisis, por dios, no. O una crisis duradera. Me alegro de todas formas de que el sexo se haya liberado. Siempre ha sido una silenciosa prisión y un poderoso ente traumático. En esta sociedad ya no cabe el pudor. O sí. La intimidad queda entredicho. Tal vez la verdad esté oculta en la sexualidad y nuestras "neuras" nazcan de ella. Ah, Freud, que intuitivo fue. Pero "dejadme, ay, que yo prefiera la hoguera, la hoguera tiene qué sé yo que sólo tiene la hoguera (canción de Javier Krahe).