He probado muchas cosas en esta vida: vuelos trasnoceánicos, dormir en un camping, aprender neerlandés, conducir un jeep en la zona electromagnética de Isla de Pascua, pasarme un día entero en la cama, decir que si cuando quiero decir que no, decir justo todo lo contrario, no salir de fiesta en Mikonos, gastar 700 tokens en un festival de música, plantar un árbol, … pero no había probado un TODO INCLUIDO en un hotel. Ahora si, y os puedo contar mi experiencia por si queréis intentarlo.
Estoy bien, la verdad, llevo cinco días en régimen de no hacer nada mas que dormir y comer e ir a la playa y pasear. Me siento como un bebé con las necesidades básicas cubiertas. Y tranquila, pendiente solo de cambiarme el traje de baño y aprovechar las vitaminas del sol que me hacían falta como agua de mayo.
Es importante cuando vayáis a un TODO INCLUIDO que elijáis bien la compañía. Aquí están contraindicados los que vienen llenos de energía y siempre quieren hacer algo (esa era yo hace unos años); también son problemáticos los que no saben entretenerse de forma sencilla (lectura, música, paseos) y abusan del móvil como su único enlace con el mundo; están estrictamente prohibidos los tiquismiquis con la comida porque un buffet libre con alguien al lado que te mira con cara de ¿te vas a comer todo eso? no es un buffet, es un asco. Yo por suerte he escogido la mejor compañía del mundo
Si no sois tranquilos de natural y tenéis la mente inquieta, como la mía, llevaos muchos libros, porque en un TODO INCLUIDO hay tiempo de sobra para leer novelas, ensayos, chick lit, best-sellers, lo que sea. De hecho me alegra confirmaros que la mayoría de la colonia alemana que comparte alojamiento con nosotras, lee. Desde la tumbona, porque no se mueven mucho mas, pero siempre con un libro entre las manos. Hay esperanza, amigos. Nosotras ya llevamos tres, y vamos a por el cuarto. Y además de la lectura, si abres bien los ojos, el entorno te puede poner delante otras mil posibilidades. A mi por ejemplo me puso una tabla y aquí que llevo cinco días bañándome e intentado coger olas gracias a algún turista que no podía facturarla
Pero el ejercicio de la mente se complementa con el del cuerpo asi que no os olvidéis de mover todo lo que acabáis engullendo, devorando, comiendo, zampando o como queráis llamarlo, en el buffet. Porque si, os pongáis como os pongáis, llevo fijándome cinco días y todo el mundo se pone como el tenazas, si no es de patatas fritas es de postres, y si no de vino o de cocacolas o de ensaladas que esconden filetes de carne y cosas empanadas. Nadie lo dice en voz alta pero todos los piensan “ya que lo pago…” (esta es una reflexión muy española que se exporta con facilidad a otras culturas). Total, que comáis lo que os de la gana, que para eso estáis de vacaciones, pero luego dar paseos largos y curativos por la playa, que eso si que alimenta.
Y por último, pero no menos importante, la enseñanza fundamentaL: NUNCA ESTÁ TODO INCLUIDO. Como en la vida. Es una enseñanza muy importante que te tienes que llevar de aquí, cuando llegas muy confiado con tu pulserita, pensando que te vas a comer (literalmente) el mundo y te cruzas con los del Bussiness Club, el Dominus Group o el Continental Style, con otra pulserita distinta y siempre un añadido: un vino más exclusivo, una zona especial para estirar las piernas… Los hoteles son como la vida misma, y no está de más que nos recuerden que nunca pero nunca tendremos todo incluido.
Y que tampoco nos hace ninguna falta.