Ambientada en la localidad de Missoula (Montana) en unos días que sólo se revelan como los nuestros por alguna que otra mención casual al Facebook, Todo es una novela de personajes que parecen salidos de una canción country. RL, propietario de una tienda de aparejos de pesca, alivia su soledad convirtiéndose en el improvisado enfermero de una ex-novia de juventud, llegada a Missoula para recibir un agresivo tratamiento de quimioterapia. Su hija Layla, de vuelta tras un primer año en la Universidad de Seattle, sobrelleva como puede las seguras infidelidades de su novio, ido a Rusia en busca de epifanías sociopolíticas. Y June, viuda del que otrora fuera el mejor amigo de RL, ha decidido, por fin, dar por cierta la muerte de Taylor, poner en venta la casa que ambos construyeron e iniciar una nueva vida. Los tres componen ciertamente un singular triángulo de inercia, depresión y alcohol y el tono de dos buenos tercios de la novela es ciertamente desesperanzador. Algo ocurre, sin embargo, cerca del final. Cada uno de los vértices del triángulo halla su particular redención y, cuando una cierra las tapas de esta hermosa novela, lo hace mirando confiada al horizonte reforzada en su creencia de que, aunque vivir es casi siempre perder, la vida es un viaje que bien vale la pena. Como en las mejores canciones country, vaya.
Así que ya saben, lean, lean.