Premio Shamus 2000
“Todo lo que muere” es el título elegido en una lectura conjunta que me apetecía mucho participar. Con esta iniciativa organizada por 'Bitácoras de (mis) lecturas' me estreno doblemente, ya que es la primera lectura conjunta en la que participo, y es también la primera novela negra que leo. Hoy 11-11-11 es el día en que me toca publicar esta reseña, y no podría haber fecha más enigmática, y tan a juego con el libro. Y para colmo de los colmos, he tenido la suerte de haber ganado en el sorteo, que este mismo blog ha organizado, el segundo libro de esta serie de 9 novelas del detective Charlie Parker. ¿Se puede pedir más? ¡Gracias Booki! Allá voy. Veremos:
En esta primera novela, se explica las razones que convierten al policía Charlie Parker en un detective privado muy sui generis. Mucho tiene que ver el que su mujer e hija hayan sido las víctimas de un macabro crimen, perpetrado por un sofisticado asesino en serie, que quiere mostrar y demostrar algo más con su meticulosa puesta en escena. El escritor sitúa la novela en 1997, en EEUU, el país con mayor número de asesinos en serie, como explica el FBI en esta novela, y que en tono jocoso, añade Charlie Parker, “el mayor productor de asesinos en serie del mundo”.
En el libro se investigan principalmente dos casos, ambos de asesinos en serie, pero tienen en común ser de la misma naturaleza, del mismo mal, porque me ha parecido que el mal es presentado como una entidad viva, que se transmite de generación en generación, a lo largo de toda la existencia de la humanidad. Las diferentes manifestaciones, son sólo diferentes ramificaciones del mismo engendro.
Para dar argumento y una intriga algo esotérica a esta idea, el escritor nos habla del libro apócrifo de Enoch, que hasta el siglo IV formó parte de los textos cristianos. En él se dice que hubieron ángeles pecadores, hijos de Dios, entre ellos el Diablo, que no pudiendo vencer el deseo que sentían por las mujeres mortales, se unieron a ellas, y del fruto de estas relaciones surgen los seres responsables de todo el mal que existe en el mundo. Así que según esta explicación, al diablo, se le echó y no porque su pecado fuera el orgullo, sino porque fue el deseo: “el deseo de humanidad” que no tiene.
Charlie Parker, bien pudiera tener algo de guardián del bien. Se mueve en este sórdido ambiente (que tan bien conoce) como pez en el agua. Conoce a las fuerzas del orden público, desde la policía local, hasta el FBI, así como a los delincuentes, el crimen organizado. Sabe tratar con ellos. Y eso le dice Louis, el amigo delincuente "Tío, es que vas haciendo amigos allá donde vas"
Un ejemplo más gráfico
Un desollamiento de Miguel Angel
No escatima el escritor en detalles, desde la descripción de las autopsias; la descripción de los distintos tipos de armas; el escenario de los crímenes, en el que el recurso más impactante es el desollamiento, que acompaña con una puesta en escena que pone los pelos como escarpias, inspirados en obras de arte, mitos griegos, y manuales de anatomía existentes en el mundo real.Sin embargo lo que más he disfrutado es la riqueza de la caracterización de los personajes; así como de los ambientes: Nueva York, Nueva Orleans, Louisiana, entre otros; el lenguaje irónico que consigue suavizar la dureza con ese aporte de humor; la descripción de grupos humanos marginales, como la etnia cajún, en rivalidad con la población marginal negra; y sobre todo el recurso de introducir lo sobrenatural, en la que unas voces en sueños o a través de una vidente criolla, aparecen para darte desasosiego o tranquilidad. Me ha gustado cómo queda ese toque etéreo y misterioso en el libro. Todo esto hace que el escritor consiga que el lector se mantega expectante a lo largo de toda la novela.
Una pieza típica de museo de anatomía
POSDATA:
Sale España en el libro, concretamente por el Museo de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UCM, la página web ahora está en obras, (no todo tenía que ser buena suerte). Y es citado por las piezas que parece que allí se encuentran, gran parte gracias, dice, al esfuerzo que el Dr. Juan de Velasco, hizo en la primera mitad del siglo XIX.
Como despedida, algo menos tétrico, y de lo que también hay mucho en el libro, una de los cantantes que sonaban en un bar cajún. Willie Nelson: