Todo ocurrió en una mañana fría

Era una mañana fría y llegó el día en que se acabó todo, los mejores años de mi vida se fueron con él; no quería ver su partida, por eso cerré los ojos fuertemente, fue una despedida fría donde solamente sentí sus labios posados en mi mejilla derecha, me dejó un beso de adiós, es lo único que recuerdo porque cuando abrí de nuevo los ojos me encontraba perdida en una habitación de hospital sin saber qué me había pasado, hasta que de nuevo le volví a ver allí a mi lado, nervioso y con los ojos llenos de lágrimas, por mucho que quería recordar no podía, tampoco podía decirle nada porque no podía hablar, es como si mi alma se hubiera salido de mi cuerpo y estuviera viendo algo que no podía entender, pero allí estaba yo tendida en esa cama llena de máquinas y cables por todo mi cuerpo, veía desde otro punto toda la situación, nadie me veía, solamente a la chica que estaba en la cama y que todos la lloraban y la cuidaban, se turnaban, pero quien más estaba al lado de mi cuerpo inerte era él, no se separaba de mi lado, me tocaba la mejilla con su mano mientras que con la otra me agarraba la mía, era el hombre tierno y cariñoso que yo conocí, era muy distinto al que iba en el coche conmigo esa mañana tan fría en la que ahí acabó todo.

Esa mañana habíamos discutido, fue una discusión muy fuerte, nos íbamos de viaje a ver a su familia, la discusión era una de tantas que habíamos tenido, una más, pero nunca nos podíamos haber imaginado que iba a ser la última.

Íbamos tranquilos sin hablarnos, pero de repente y sin esperarlo, un camión nos arrolló, por suerte él quedó bien, con alguna herida pero nada más, sin embargo, yo me fui, hicieron todo lo que pudieron por salvar mi vida, pero no sirvió de nada, mi hora estaba ese día y en ese momento, ya era hora de que mi alma volviera a la luz y dejara esta dimensión para irme a la que de verdad correspondía, aquí ya había cumplido mi misión, amar como nunca había amado hasta el último día de mi vida.