La trama está bien organizada. Se trata de evitar, como sea, que la Infanta Cristina sea imputada. Y a ello se han puesto sin ningún rubor distintos organismos dirigidos por el gobierno.
En primer lugar, ocurrió un caso nunca visto, sin haberse pronunciado el juez, el fiscal Horrach emitió un informe en el que, curiosamente, exculpaba a la Infanta, sin que nadie se lo hubiera pedido, poniendo de esta forma una muralla de protección y defensa, antes de que el juez, que es quien tiene la última palabra, anunciara si la imputaba o no. Y es que no debemos olvidar que los fiscales dependen del Fiscal general del Estado, que es nombrado por el gobierno.
Y después de este primer capítulo de defensa a ultranza de la Infanta, viene el segundo. Ahora resulta que unas facturas que habían sido declaradas falsas tanto por Hacienda como por el mismo fiscal Horrach, resulta que la Agencia Tributaria se ha echado para atrás y ahora dice que son buenas y sirven para desgravarse.
De no haberse aceptado la desgravación de estas tres facturas de Aizoon, por un importe total de 69.990 euros --como en principio sostenían tanto la Agencia Tributaria como el Fiscal--, la Infanta habría cometido un delito fiscal, al pasar de 120.000 euros que es la cantidad mínima para así considerarlo. Sin embargo, al ser consideradas válidas, en vez de un delito ha cometido una falta, puesto que la suma del resto de las facturas no ha llegado a esa cantidad. O sea, la irregularidad existe, pero gracias a los trileros reales que han dado marcha atrás –la Agencia Tributaria y el Fiscal— la cosa quedará en una falta y no en un delito, por lo que no será imputada y bastará con que se ponga al día con Hacienda y pague (ya veremos si paga algo) la multa prevista, en el peor de los casos.
Ahí tienen ustedes como “se verifica” que “la Justicia es igual para todos”. Para esta señora no importa que entre el Fiscal y la Agencia Tributaria den marcha atrás, y armen una trama con el fin de que no sea imputada. Justo lo mismo que harían para cualquiera de nosotros ¿o no?
Ya está bien de querernos tomar el pelo. El gobierno está poniendo al servicio de la corona, de forma espuria, organismos tan importantes como la Agencia Tributaria o la Fiscalía Anticorrupción –sin importarles que su imagen se deteriore-- que más parecen trileros que instituciones dignas. Pero no importa, ya saben que Maquiavelo hizo muchos fans entre nuestros peperos, y es que cuando de la Casa Real se trata, el fin justifica los medios, aunque estos estén trucados. ¡Todo por la Infanta!
Salud y República