LIDIA MARTÍN
En estos últimos días, a colación de la famosa visita del papa a nuestro país, ha habido opiniones de todos los colores que han teñido de pluralidad y variedad los muchos programas televisivos y radiofónicos en nuestro país. En una de las muchas tertulias que se han hecho alrededor de este tema, sin embargo, las cosas tomaron un cariz levemente diferente respecto a otras muchas que habían ido teniendo lugar antes, durante y después de la visita. El énfasis se hacía, en este caso, en el uso que algunos nacionalistas catalanes habían hecho del evento de forma partidista y la queja de varios de los periodistas que estaban alrededor de la mesa tenía que ver justamente con la cuestión que expresa el título, con “barrer para dentro”, como dice el refrán, oportunidad que no suelen perder éstos y otros señores fanatizados por algún tipo de monotema, aunque para ello tengan que forzar las cosas hasta lo inimaginable y quedar como auténticos estúpidos simplemente por no saber estar ni distinguir las churras de lo que son merinas.
Justamente cuando se estaba criticando esta cuestión, ocurrió algo singular porque, no habiendo siquiera terminado de cerrar capítulo respecto a este tema, uno de los periodistas empezó a caer, sin darse cuenta, quiero pensar, justo en aquello que tan amargamente estaban criticando.