La música. El calor. Las miradas perdidas. Los corazones desiertos. El podium repleto. El alcohol en mano ahuyentando recuerdos. Las pajas en la boca… y las salivas escupiendo malas hierbas.
Y yo, de nuevo, en el mismo lugar en el que mis resacas se volvían infinitas y mis noches eternas.
Ayer fue diferente. Ayer, todo seguía igual que hace cuatro años. Todo, menos yo.
Mi cuerpo se movía sin pasión. Mis pupilas no encontraban a ninguna niña que las iluminara. Isis, mi amada Diosa que esa misma mañana se me tatuó, tenía la triple luna enloquecida de escozor. El único deseo de mi piel era que ninguna otra la tocara.
Estaba ausente. Ausente de mí.
Mi alta sensibilidad se pegó un buen banquete. Y mi estómago se empachó. Se empachó de las mismas sombras que años atrás acompañaron los cuartos oscuros de mi Alma. Esa necesidad de tragarte tu inhibición para sentir que te comes el mundo (y lo que no es el mundo…) aunque sepas que es mentira. Aunque tu placer sea jadeado por la soledad.
Cuerpos casi desnudos con el corazón tapado hasta el cuello, empotrados en una columna sostenedora de penas. Una foto arcoiris para que baile sobre la Arena, con su tez morena. Un Aire muy contaminado de hedor. De temor. Una pareja buscando multitud. Una voz que quiere llevarme al huerto para plantar su nabo en mi Tierra infértil. Un ‘olvídame y pega la vuelta’ muy sutilizado. Unas cuantas moscas detrás de la oreja. Posándose en mis alas. Queriéndomelas robar sin ningún tipo de pudor. Sin ningún gesto de honor.
Y yo allí. Tumbada de pie. En un sitio que ya no me pertenece. A una hora que no me da rienda suelta. Probando ser quien era siendo quien soy. Imposible. Incompatible. No funcionó. Demasiadas emociones pululando por un ‘ambiente’ que ya no es mi ambiente. Mi esponja tenia sed. Mucha sed. El ‘modo Off’, que cada día me pone… más, se quedó sin pilas y la ON-ificación que se produjo me saturó.
Mi silencio me echaba de menos. Y yo a él. Así que me fui por donde vine confirmando que ahí Fuera nada había cambiado, pero que Aquí Dentro… ya nada era igual.
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