La ansiedad es una compleja combinación de sentimientos de miedo, temor y preocupación a menudo acompañada de sensaciones físicas como palpitaciones, dolor en el pecho y / o falta de aliento. La ansiedad puede existir como un trastorno cerebral primario o puede estar asociada con otros problemas médicos, incluyendo los trastornos psiquiátricos.
Un caso crónico recurrente de ansiedad, que afecta gravemente la vida de una persona, puede ser diagnosticados como trastorno de ansiedad. Los más comunes son el trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico, trastorno de ansiedad social, fobias, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastorno de estrés postraumático.
Una buena historia clínica y exploración física son esenciales para el diagnóstico inicial de cualquier trastorno de ansiedad, con el fin de excluir cualquier otra condición médica importante y tratable que puede estar causando los síntomas. Antecedentes familiares de trastornos de ansiedad u otras enfermedades psiquiátricas, refuerzan la evidencia de un caso de trastorno de ansiedad.
Puesto que existe una fuerte asociación entre la ansiedad y otros problemas psiquiátricos, incluyendo el abuso de drogas y la depresión, el examen médico debe incluir el control de signos de consumo de drogas por vía intravenosa o episodios previos de auto-flagelación.
Los síntomas agudos de ansiedad son controlado con ansiolíticos como las benzodiazepinas. El diazepam (Valium) fue una de las primeras de esas drogas. Hoy en día hay una gran variedad de agentes contra la ansiedad basados en benzodiazepinas, pero sólo dos fueron aprobados para el trastorno de pánico, Klonopin (clonazepam) y Xanax (alprazolam). Todas las benzodiazepinas causan dependencia física, y un amplio uso de ellas debe ser cuidadosamente controlado por un médico, preferiblemente un psiquiatra. Es importante que, una vez que el paciente se coloca bajo el régimen de uso regular de benzodiazepinas, su toma no se detenga abruptamente.