Todo sobre el poeta expresionista, o por lo menos toda su obra. La Editorial Trotta reedita su poesía en una versión de bolsillo. La nota, aquí:
No, su corta vida, apenas 27 años, no fue, desde luego, un camino de rosas. O quizá sólo llegó hasta nosotros el rastro de sus espinas. Georg Trakl, salzburgués de 1887, fue uno de los poetas más personales e influyentes del siglo XX. Relacionado con el arquitecto Adolf Loos y el pintor Kokoschka, admirado por filósofos como Wittgenstein, deudor de Nietzsche, de Holderlin, de Rimbaud, Trakl fue uno de los grandes poetas del expresionismo, un grito angustioso y dolorido ante las vicisitudes del hombre contemporáneo, acechado por los vertiginosos cambios sociales, económicos y tecnológicos, a vaivén del desarraigo y la angustia existencial. Hace unos años, la editorial Trotta publicaba las «Obras Completas» de Georg Trakl, con traducción de José Luis Reina Palazón, cuya versión fue premiada por el Ministerio de Educación y Arte de Austria. La misma editorial publica ahora la edición en bolsillo de su «Poesía Completa». «He leído a Trakl conmovido, asombrado, vislumbrado, perplejo... Las condiciones de ascensión y ocaso de esta voz eran irrepetiblemente únicas», escribió sobre él Rainer Maria Rilke. Ascensión y ocaso de un hombre cuya vida estuvo marcada por el dolor de una relación incestuosa, el alcohol y las drogas, que fácil y desgraciadamente siempre tuvo a mano pues era farmacéutico de profesión. Renovación y revolución «El expresionismo —explica Reina Palazón— trata de dar a cada acto humano una significación superhumana, que tendería al nuevo hombre, a la unión de lo apolíneo y lo dionisíaco. Siente fascinación por renovación, revolución y guerra como acontecimientos elementales de la Naturaleza que deben limpiar, refrescar, liberar de un estado de venenoso estancamiento y anquilosamiento producido por la sociedad burguesa del XIX». Hijo de luterano y católica, Trakl tuvo una buena educación en la que no faltaron la música, la literatura y el arte. Muy joven leyó a Hölderlin, Baudelaire, Nietzsche, Rimbaud, Dostoievsky, Ibsen y Strindberg, y empezó a colaborar en periódicos locales, al tiempo que se estrenaba, sin éxito, como autor teatral. En 1913, publicó una primera edición de su poesía, pero al tiempo era desgarrado íntimamente por la depresión y sus adicciones. En 1914 era reclutado como oficial médico para participar en la I Guerra Mundial. El sufrimiento de los heridos, a los que debía tratar sin apenas medicinas, acabó por trastornarle definitivamente el ánimo. No es fácil adentrarse en el universo poético de Trakl, pero una vez dado el primer paso la experiencia es subyugante. «Su éxito es constante —continúa Reina Palazón— a pesar de que un poeta que, como Rimbaud, que lo inspiró y a cuya edad murió, es de un siglo pasado, con una experiencia histórica y social que no nos incumbe, por lejana. Pero ha sabido mantener nuestro interés porque Trakl sabe cantar, como nadie, inimitable, su voz se reconoce como imposible de ser imitada, porque sería un sacrilegio, contra él y contra el arte: porque la forma trascendente sólo surge de una vivencia trascendente, de un destino, y eso no se imita». Tras la carnicería de la batalla de Grodek, intenta suicidarse. Es ingresado en un manicomio polaco el 7 de octubre de 1914. Apenas un mes más tarde, el 3 de noviembre, se suicida con una sobredosis de cocaína. Su amada hermana Gretl acababa con su vida tres años después. Trakl había revelado, como pocos, la radiografía del dolor humano.