La economía italiana sigue cayendo al tiempo que su primer ministro, Silvio Berlusconi, acumula una riqueza estimada en 9.000 millones de dólares. En la lista de los hombres más ricos del mundo, Berlusconi ocupa el lugar número 74. La relación que ordena a los países según la calidad de su democracia sitúa a Italia en el puesto 26, por detrás de la República Checa, Israel, Estonia o Lituania.
Los medios de comunicación son el negocio de Berlusconi, que posee todo un imperio mediático. Canale 5, Italia 1 y Rete4 son de su propiedad, así como la editorial Mondadori y revistas de gran difusión. Como primer ministro, controla de forma indirecta la televisión pública y su influencia se extiende sobre algunos periódicos conservadores.
Quienes le preguntan lo que no quiere responder son peligrosos izquierdistas. Quienes le exigen que responda a las exigencias de su cargo, rojos indeseables. Demandas millonarias son su tarjeta de visita para los medios que se atreven a molestarle. En su régimen de valores, lo normal es que el primer ministro de un país pueda entrar por teléfono en un programa para proferir insultos a todo el que pase por delante. Y dejar con la palabra en la boca a quien sea si es necesario.
Así se explica que quien posee el monopolio de la información sea el máximo responsable de la degradación de la democracia de Italia. Porque quien no responde ante la prensa, no lo hace ante los ciudadanos. Si falla este control, ocurre que los límites pueden ser sobrepasados en cualquier instante. Y en esas está Berlusconi.
El enésimo escándalo sexual en el que se ha visto involucrado amenaza la supervivencia política de Berlusconi, que se encuentra acorralado en un Parlamento que a punto estuvo de revocarle en una moción de censura salpicada por una polémica votación, tránsfugas mediante.
La actitud del primer ministro italiano es calamitosa. Solo la sospecha de inducir a la prostitución a cualquier persona debería ser suficiente para retirarse de la vida política. Nuevos indicios de la Fiscalía apuntan a que Berlusconi habría mantenido relaciones con una menor de 17 años. Él, mientras tanto, no sabe no contesta: “¿Dimitir yo? ¿Acaso estáis locos?”.
Su estrategia es la de la inmunidad. Está en política para hacer negocios y tapar los delitos que le rodean. En 2008 consiguió aprobar la ley del legítimo impedimento, que imposibilitaba juicios contra los cuatro cargos más importantes, pero su castillo se empieza a derrumbar. El Tribunal Constitucional ha tumbado parte del escudo que protegía a Berlusconi y ha dejado la puerta abierta a la derogación total mediante un referéndum.
La ley, hecha a su medida, le ha evitado enfrentarse a tres juicios por corrupción y fraude fiscal. No obstante, aunque los procesos se pueden reiniciar, es probable que los delitos prescriban. Puede que no ocurra lo mismo con la nueva ofensiva de la justicia italiana y por eso Berlusconi está nervioso. La caída de un tipo enamorado de sí mismo está más cerca. Su destino irremediable es el descrédito. Pero Italia tardará mucho en recuperarse. Sobre todo, con una clase política ineficiente y trasnochada y una economía que tardará en volver a ser lo que fue.