Al final lo que tienen los refranes y las frases hechas es que muchas veces acaban cumpliéndose, aunque intentemos evitarlo. Ha ido ocurriendo a lo largo de la historia y mucho me temo que estemos otra vez en la rueda. No en balde se dice que el ser humano es el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra. ¿Verdad?
Dicen los que saben de historia que allá por la década de los 20 del siglo pasado, en Italia, empezó a darse un fenómeno un tanto curioso, la violencia empezó a incrementarse a niveles inimaginables. Todo se arreglaba a palos y sin que pareciese ocurrir nada. Aparecía un grupo de personajes vestidos con camisas negras, sembraban el miedo a base de vara de avellano y se marchaban. Así, y resumiendo mucho, empezó a funcionar el día a día de la sociedad italiana. Acabó siendo normal, tan normal como que los italianos permitieron que un tipejo que se ponía de perfil cuando le acusaban de los disturbios y sin demasiada gracia les gobernase. Era Mussolini y el fascismo, el de verdad, no lo que te increpan ahora una panda de niños bien cuando no tienen argumentos para rebatir lo que les dices, lo cual, por desgracia, cada vez pasa más a menudo, puede que gentileza de un sistema educativo un tanto irracional. ¿El secreto del facho? Justo ese, normalizar la violencia, sembrar la ignorancia, los prejucios y romper la cohesión social. Ostras, ahora que caigo, esta música me empieza a sonar. ¿Verdad que a ti también?.
El mecanismo es siempre el mismo, busca un grupo al que te interese satanizar y empieza a cargarles las culpas de todo lo que se te pase por la cabeza, desde que vienen a quitarnos el trabajo o que cobran más que tu abuela hasta que ellos ya cruzaron el estrecho una vez para invadir España (y eso que no existía) ¿Qué más da? Todo vale, la cuestión es sembrar la fobia a lo que no les convenga, difamar y en una sociedad al límite como esta en la que abundan las cabezas espongiformes y las neuronas “requemás” puede que hasta sea fácil. Una vez tienen un grupo al que acusar de todo lo que pueda ocurrir ya pueden empezar a azuzar a las masas contra el que se tercie, por supuesto cuidándose de decir aquello de “yo no he sido” y negando que han sembrado y fomentado el odio con sus soflamas incendiarias aunque todos sospechemos que si ese no es el motivo de la mala baba sin duda ha ayudado mucho.
¿Exagerado? Pues ya me dirán cómo es que los delitos de odio han aumentado más de un 9 por ciento en España, como es que últimamente nos desayunamos con noticias que creíamos desterradas o cómo es que vamos persiguiendo a personas por la calle sólo por su orientación sexual. Igualito que hará unos 80 años, igualito que lo que nos quieren volver a plantar en el huerto. Nos están montando en la máquina del tiempo, a unas épocas en las que todo era en blanco y negro y lo peor de todo es que parece que no nos demos cuenta. O estamos anestesiados o vivimos en un enorme psiquiátrico.
Igual puede que tengamos un problema de educación. Deberíamos volver a explicar lo que pasó para no seguir los mismos pasos o si decidimos seguirlos por lo menos saber a dónde nos llevan. Parece mentira pero en cuatro días mal contados ya existen personas en este país agredidas o asesinadas por unos que se creen jueces de la moral del otro. Gente como tú y como yo que viven tan presionadas que llegan a contemplar el suicidio. Mientras parece que no ocurra nada ¿Dónde han quedado nuestros valores? ¿Dónde el respeto a la vida y la dignidad humana esa con la que tanto se escudan los que se comportan como fariseos? Pero si a pesar de todo continúas pensando que esto no va por ti porque te consideras “normal” y no tienes nada que temer piensa que al final todo es una rueda. Recuerda a Niemoller. Ya sabes
“Primero vinieron a buscar a los Comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada Porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los Católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mi pero, para entonces, ya no quedaba nadie a quien decir Nada”