Lo prometido es deuda y aquí les traemos la entrega de este interesante capítulo.Venimos hablando en los últimos artículos, de aquellos jugadores que fueron traspasados del Betis al Sevilla a finales de los años 10 y década de los 20, observando cómo nos contaron, desde siempre, una visión victimista de los hechos haciendo parecer un abuso por parte del Club sevillista ejerciendo su supremacía económica y política, (en realidad solo era deportiva), aplastando con ello al equipo bético por el “robo” de sus jugadores.
Sin embargo, ya hemos demostrado que no fue así de ninguna de las maneras. Dichos jugadores pasaron en buena lid al equipo sevillista, tanto en cuanto que el equipo bético no podía pagarles lo convenido y son prácticamente invitados a marcharse de la sociedad balompedista por parte de su directivos, como hemos podido comprobar de boca de su propio presidente, Julio Irizo, en unas manifestaciones al diario Madrid-Sport -realizadas a principios de la temporada 1918/19- coincidiendo con el ingreso en la Sociedad sevillista de Canda, Artola y Balbino, que son considerados por el presidente bético como “profesionales”.
Todo esto ocurre en una época donde el profesionalismo estaba completamente prohibido federativamente hablando. Julio Irizo confirmó implícitamente que dichos jugadores cobraban y que no jugaban por su afición, como era preceptivo. La prensa deja caer sus sospechas sobre este asunto.
Madrid-Sport 12 de febrero de 1918
Otras cuestiones son dignas de análisis. Podríamos entender que si dichos jugadores fuesen formados deportivamente el en club bético jugando en sus categorías inferiores y llevasen años jugando sintiendo, incluso, los colores y fuesen tentados con una oferta económica importante por parte de otro club, podría tener su sentido. Sin embargo observamos cómo estos jugadores a los que se refieren no son jugadores béticos de cantera, sino que se incorporan debido a que hacen el servicio militar en Sevilla y pertenecen a otros equipos repartidos por la geografía nacional. Añadimos a los anteriores nombres el de Barzanallana, que se reincorporaría al Español de Cádiz, su equipo real, al término del servicio militar ¿Fue por ello Barzanallana “robado” por el Español de Cádiz al equipo bético?
Parte de la prensa de la época lo vende como una afrenta, entendida objetivamente como una justificación de la directiva verdiblanca por la que se deshacen de sus mejores jugadores, ergo propaganda. Toda una trama nietzschediana que surte su efecto a lo largo del tiempo y permanece.
Por fin, como última reflexión en este aspecto, no es entendible dentro del mundo del fútbol que no existan traspasos de jugadores de un equipo a otro, sucedió desde los inicios de los tiempos futbolísticos en un deporte que es pura competitividad. Mal servicio estaríamos haciendo a nuestros lectores si no dijésemos que el propio Real Betis, independientemente de su particular forma de “reclutar” jugadores de otros equipos que recalaban en Sevilla debido al servicio militar, haciendo uso de su estatus militar y jugando por ello con ventaja frente a sus rivales, “robó” a otros jugadores de otros equipos inferiores, ¿o es que todos los jugadores del Real Betis fueron canteranos durante aquellos años?
Pero el tema principal de este artículo lo protagonizarán precisamente Canda, Artola y Balbino, jugadores procedentes del Sporting de Vigo, la Real Sociedad de San Sebastián y del Fortuna de Vigo respectivamente, cuando aún pertenecían a la disciplina bética.
Ya saben que venimos estudiando con detenimiento el episodio del partido del 22 a 0 que pueden leer con más detenimiento aquí, y aunque el episodio está ya bastante claro con los datos que aporta, aparecen nuevos datos que arrojan luz, más si cabe, sobre todos estos hechos. Les recomendamos que para entender en toda su plenitud este post, se lean el del enlace.
Ya sabemos que Ximénez de Sandoval raramente podría ser sevillista. Un señor ya mayor, héroe de guerra por haber dado muerte a Martí en Cuba, lugar donde pasó la mayor parte de su vida, que es nombrado Teniente general en 1912 y que en 1915 es trasladado a Sevilla para hacerse cargo de la Capitanía general de Andalucía. Tiene el general pocas probabilidades de sentirse sevillista y mucho menos de ser convencido por algún directivo sevillista para ejercer su influencia y retener a soldados ante un partido de fútbol. Era un señor muy serio.
Esto ya lo sabemos por las evidencias, teniendo en cuenta que el poder militar no estaba en manos sevillistas, como ya hemos podido comprobar, sino que por el contrario, éste estaba en manos béticas, no en vano eran militares.
Pero, ¿cuál fue la causa real de que al menos Canda, Artola, Barzanallana y Balbino fuesen “retenidos” en el cuartel y no les dejasen salir para jugar el partido de la discordia alineados en el Real Betis Balompié?
Esto es lo que decía dicho periódico unos años después, pero otra respuesta más explícita, la encontramos en la misma prensa.
Periódico “El día” 25 de febrero de 1918
Ya sabemos que en el partido anterior al del 22 a 0, conocido con el del “Navajazo” hubo tumultos, tal y como hemos podido comprobar en otras publicaciones, pero en esta hay un detalle que no aparece en las anteriores. Podemos ver cómo al final del suelto periodístico se dice “Algunos soldados de artillería condujeron a varios jugadores a la cárcel” tras comprobarse que se repartieron de lo lindo.
Como bien comprenderemos, los soldados solo pueden arrestar a soldados, ejerciendo como policías militares, concepto que por aquella época no existía y si era así el periodista no lo usa, por lo tanto, implícitamente y al menos Canda y Artola, militares de aviación, son arrestados por la jurisdicción militar por verse envueltos en un tumulto civil.
Todo aquel que sea militar o haya hecho el servicio militar, sabrá que las penas militares son bastantes duras, hoy en día, si como tales se viesen envueltos en un delito de reyertas callejeras, máxime en aquella época. Así, entendemos por lo que hemos podido comprobar, que por este tipo de falta, el arresto probablemente no durase menos de un mes y el partido por el que fueron “retenidos” se celebró tan solo dieciséis días después.
Los hechos fueron realmente graves:
Los jugadores heridos fueron sevillistas, por un lado tenemos a Pérez, con un navajazo en el glúteo y otro jugador que no acertamos a saber su nombre, pero que sabemos fue sevillista también, que se acercó a sacar de banda y recibió varias bofetadas.Hemos querido dar un paso más y comprobar dónde pudieron estar estos jugadores cumpliendo su pena.
El recorte de prensa de “El día” nos dice que los soldados de artillería llevaron a los militares a la cárcel. Estamos en 1918, y pensamos en la "Cárcel Nacional", llamada la "Cárcel del Pópulo", por el convento ubicado anteriormente en ese espacio. 1918, La Esperanza de Triana y "Soleá dame la mano", estrenada ese año, compuesta por Font de Anta y que en la edición original del guión aparece la siguiente dedicatoria: "A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla que, al cantarle saetas a la Virgen en Semana Santa, me hicieron concebir esta obra".
Pues va ser que no. Allí mismo, en el Prado de San Sebastián, estaba la Real Fábrica de Tabacos. Según nos cuenta la Universidad de Sevilla.
Este uso militar del edificio fue siempre eventual hasta final de la centuria. En 1883 se instala el Regimiento Montado de Artillería "Brunete" nº 1 en el costado oriental del edificio (que luego será Facultad de Derecho). Se aisló la zona, interior y exteriormente, del espacio fabril. Se le conocía como el "cuartel del foso" y sus componentes solían hacer sus prácticas en el cercano Prado de San Sebastián, como cuenta Joaquín González Moreno en su libro "Calles de Sevilla". De esta ocupación militar hay un magnífico testimonio gráfico del fotógrafo amateur José Caparrós, en una instantánea de 1895. Allí permaneció hasta 1929 en que estuvo listo el cuartel de Pineda. Pero poco después la Fábrica volvería a ser la sede del Tercer Batallón del Regimiento de Carros de Combate "Alcázar de Toledo" así como el batallón C.C.C. nº XXVI, que no desalojarían el edificio hasta el 16 de septiembre de 1950, cuando se prepara para el uso universitario.
Y un detalle importante, para muchos desconocido, la Real Fábrica tenía, y tiene, dos edificios anexos, la Capilla, que todos conocemos gracias a la Hermandad de los Estudiantes, y la ¡Cárcel!, hoy destinada a usos académicos.
En esta cárcel se "alojaba" el personal de la Real Fábrica que hacía méritos para tan digno alojamiento.
Cuando el cronista habla de cárcel, no está hablando del Pópulo, sino de la calle San Fernando.
Visto lo visto y volviendo a los hechos en sí mismos, el partido del 22 a 0 fue un partido de desempate para dilucidar quién pasaba a la siguiente fase del Campeonato de Andalucía, hecho que tuvo que pasar por la Federación Regional Sur, con representantes de ambos clubes para sortear el campo en el que se jugaría y la fecha del partido con toda probabilidad, tal y como sabemos de los documentos de la época y que el Real Betis Balompié sabía a ciencia cierta qué ocurría con sus mejores jugadores y el arresto que sufrían.
Si el Real Betis Balompié ya sabía el día del sorteo qué ocurría y sabía que sin sus mejores jugadores y en campo rival tendría pocas posibilidades de ganar, es lógico pensar que esperaba poder jugar en campo propio, probablemente, para “en campo revuelto” intentar sacar un resultado positivo de igual manera que la anterior vez. Pero el sorteo no le favoreció, entrando, eso sí, en el terreno de la conjetura muy difícilmente demostrable, pero que da pie a pensar en ello, ya que hasta dos días antes del partido nunca protestó, ni pidió un receso, ni se conoce ninguna otra medida dedicada a paliar la desventaja que conoció desde el principio.
Mis agradecimientos eternos a mis compañeros por el debate que hemos mantenido sobre este tema y por su aportaciones que no tienen precio, a todos por supuesto, pero especialmente a Cornelio, Antonio Ramírez y Enrique Vidal.
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