El comienzo de curso escolar este año resulta fuertemente influenciado por la política. Añadiría que lamentablemente porque uno desearía la más absoluta de las normalidades en el mundo escolar y el de los niños. Pero la evolución de los tiempos es la que es y desde aquí sólo podemos relatarla en lo que nos afecta.
Por un lado es el segundo curso con una nueva ley de educación, la LOMCE o desgraciadamente denominada ley Wert por ser ese personaje, actualmente retirado de la escena política, el ministro que la propició. La ley ha sido ampliamente contestada tanto por parte de los ámbitos académicos escolares como por parte de los gobiernos de las Comunidades Autónomas que tiene transferidas las competencias en Educación. Y ello hasta el punto que varias CCAA no aplicaran las propuestas de la ley.
Por otro, éste primer trimestre anuncia al menos dos procesos legislativos electorales que pueden ser determinantes en relación con las escuelas y la legislación sobre educación: las elecciones autonómicas catalanas anunciadas para el próximo 27 de septiembre, y las elecciones generales a Cortes tentativamente programadas para el mes de diciembre.
Las elecciones catalanas han sido anunciadas como “plebiscitarias” al entenderse que pueden representar un momento decisivo sobre el movimiento independentista de Cataluña. Las elecciones generales concluyen una legislatura con un gobierno con mayoría absoluta del Partido Popular que muy probablemente no se renovará. En ambos casos las “cosas” no serán igual tras las dos convocatorias electorales.
No se si la comunidad educativa, siempre abnegada, altamente respetable y vocacionalmente dedicada a los niños, podrá eludir reflejar la realidad política de la actualidad en las aulas. Soy de los que creo que la política no debe excluirse de la escuela y que los niños tienen derecho a conocer la realidad y participar en ella con el conocimiento que, según la edad, puedan alcanzar. Por tanto entiendo que es una responsabilidad de los educadores de facilitarlo e incluir la educación en la vida de relación en sus enseñanzas, con toda la variedad y diversidad que corresponde. Nunca me he visto sorprendido por la claridad con la que muchísimos niños comprenden y explican esa realidad. Lo aprenden en casa y, también, en el cole.
Los profesionales sanitarios y sociales, pediatras, médicos de familia, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, etc. implicados con la infancia, suelen compartir un conocimiento y experiencia de “primera linea” que ya quisiéramos tuviesen los dirigentes políticos. Y eso les ayuda a ser algo más sensibles a las políticas de la política que quizá otros estamentos. Juntos con los enseñantes no deben eludir la responsabilidad de compartir su visión de la realidad y, en el momento que se tenga la oportunidad, participar activamente en los procesos electorales. La política, también, es una cosa demasiado seria para dejarla sólo en manos de los políticos.
Y los niños, que son la sociedad del futuro, deben ser incluidos en el conocimiento.
X. Allué (Editor)