Ocupen posiciones señores, tocan arrebato. Tome cada cual su bandera, insignia, punto cardinal, color, siglas, raza, sexo o tendencia y apréstese a la lucha. Hágase fluir la ira, el desprecio, el odio, la envidia, la intolerancia y cualquiera de los pecados capitales. Inyéctesen de sangre los turbios ojos que ya nada han de ver, salvo al enemigo frente a frente.
Parados contra empleados. Temporales contra fijos. Sector privado contra funcionarios.
Pasajeros contra controladores aéreos. Currantes contra enchufados. Empresarios contra sindicatos. Acreedores contra deudores. Contribuyentes contra subsidiados.
Fumadores contra no fumadores. Taurinos contra antitaurinos. Esbeltos contra obesos. Guapos contra feos. Fans contra detractores. Normales contra diferentes
Izquierdas contra derechas. Partidarios contra partidarios. Nacionalistas contra centralistas. Independentistas contra unionistas. Votantes contra abstencionistas. Oportunistas con todos y contra todos.
Merengues contra azulgranas. Sevillistas contra béticos. Alonsistas contra Hamiltonianos. Nadalistas contra Federeristas. Lorencistas contra Rossistas. Apáticos contra todos.
Moros contra cristianos. Judios contra musulmanes. Creyentes contra escépticos. Fundamentalistas contra todos.
Tomen el argumento que más les plazca y salgan prestos al campo de batalla.
Pequeñas batallas. Grandes confrontaciones. Escaramuzas ridículas. Cobardes agresiones. Sangre y miserias empapando la maloliente arena del circo. Arengas multiformes ensordeciendo el irrespirable aire. Espectáculo macabro ofrecido en directo por los señores de la televisión digital, por cable o por tecnología inalámbrica. Recreado en las redes sociales y distribuido por Yuotube.
Y en tribuna VIP del nuevo Ludus Magnum, a la sombra, rodeados de las comodidades y privilegios que solo unos pocos pueden tener, los promotores de la gran mentira, los beneficiarios de la división y el enfrentamiento, los mantenedores de lo más oscuro del ser humano. Sus inmaculadas vestiduras de diseño exclusivo no se mancillarán con el barro, el sudor ni las vísceras que copan el coso. Sus estruendosas carcajadas harán vibrar el rico metal de sus copas y agitarse el exquisito licor que les deleita, mientras apuestan entre ellos por la mejor contienda. La vida de la muchedumbre también tiene un precio.
Solo por un momento, y agotados por el esfuerzo, un grupo de rivales cesa en su agresión. Levantan su vista a lo alto y la fijan en el pintoresco grupo de acomodados. Son segundos de tremenda tensión, que hacen recorrer un escalofrío por la espalda de los poderosos ¿Y si la chusma arremetiera contra ellos? ¿Y si se negará a combatir entre sí misma? Ningún poder en la tierra conseguiría pararles. El mundo irreal levantado por los modernos patricios se derrumbaría y sus privilegios tocarían a su fin. La imagen del mítico Espartaco aterroriza sus mentes. Aquello no puede volver a repetirse, esta vez han engrasado bien el sistema para que a ninguna pieza de ganado le de por pensar.
Un mandoble inesperado separa la cabeza del tronco de uno de los rivales, que rueda sin contemplaciones entre el tumulto. Un respiro de alivio emerge al unísono en toda la tribuna. Solo ha sido una ilusión. Un temor infundado.
No pierdan el tiempo, señores, concéntresen en la lucha y en el enemigo. Nunca se sale victorioso de esta locura, pero lo único que importa es que continúe el espectáculo y, ante todo, jamás pararse a pensar.
Todos contra todos…la supervivencia del sistema está garantizada.
Hágase la nada .