"Un único haz de luz que recorrió las cortinas me anunció que mi hermano acababa de aparcar en la entrada. Cuando salí a la calle, lo primero que percibí fue que el faro izquierdo del coche de Michael estaba apagado. Y lo segundo fue la sangre".
Dicen que juzgar un libro por la cubierta no es una buena idea pero a veces es inevitable. Más inevitable es, en mi caso, comprar un libro por su título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Todos en mi familia han matado a alguien.
Conocemos a Ernest Cunningham con motivo de una celebración familiar. Todos irán a una estación de esquí bastante aislada para celebrar que su hermano Michael sale de la cárcel. De hecho Michael entró en la cárcel después de que Ernest testificara en su contra en un caso, cómo no, de asesinato. La cosa es que llegados todos a la estación comienza a morir gente y Ernest, aficionado a las novelas criminales, decide investigar quién ha sido. Todos los miembros de la familia de Ernest son sospechosos, ya que todos ellos han matado a alguien. Ernest también.
Tengo que decir que título más cubierta ya me dieron la pista de que estaba ante una novela con un fuerte toque cómico, por lo tanto esa es la parte que me esperaba y que cumplió de largo. Lo que me sorprendió más fue encontrarme referencias a novelas clásicas de misterio a medida que la trama iba avanzando, algo que los aficionados al género solemos disfrutar bastante cuando las reconocemos. En este caso, el autor despliega un elenco de personajes curiosos que se mueven como pez en el agua por una trama también bastante peculiar en la que todo resulta exagerado pero nada discordante en la imagen general. Y es que uno tiene que tener muy claro lo que va a encontrarse si se decide a abrir esta novela, no vaya a ser que busque una historia criminal normal y no conecte con la idea de Stevenson.
Si algo le va quedando claro al lector, y también al protagonista que recibe más de una sorpresa, es que los Cunningham no son una familia normal. Sus oscuras conexiones con casi cualquier tipo de actividad criminal que uno pudiera pensar no tardan en emerger y es que en esta historia lo importante realmente no es el culpable, algo que más o menos tuve claro desde la mitad de la novela, si no el por qué lo hizo. Tengamos claro que el autor estructura la novela a su manera, que las normas se dan en las primeras páginas y que la parodia no está reñida con la trama y, a partir de ahí, que cada cual decida si está preparado para meterse en una lectura diferente. Solo os diré una cosa: mucho cuidado con quien os habla del libro, cualquier pequeño detalle puede ser fatal.
Todos en mi familia han matado a alguien me ha parecido una lectura entretenida y bastante divertida con un toque a comedia francesa. Y uno a veces no necesita nada más.
Y a vosotros, ¿os cuesta más reír o llorar con una novela?
Gracias.