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Todos esos cerdos despanzurrados en la autopista

Por Clochard
Todos esos cerdos despanzurrados en la autopista Todos esos cerdos despanzurrados en la autopista.
Cadáveres rosados
 de huchas rotas de colesterol.
Chillidos agonizantes al límite de las trompas de Eustaquio
de los que han tenido la desgracia de sobremorir.
Todos esos cerdos despanzurrados en la autopista.
Y la chica del deportivo rojo jurando volverse vegana
mientras se abraza angustiada a su bolso de piel.
Y el tipo del camión maldiciendo las pérdidas.
Y el padre de familia del todoterreno blasfemando horas puntas.
Y yo pensando en lo cochina que es esta vida:
comes y retozas hasta hartarte entre tus semejantes
siempre que tengas claros los límites del cercado.
Quizá con mucha suerte, si eres suficientemente bonito y simpático
alguien te elija como mascota de moda.
Y te haga sentirte diferente, mejor que el resto, afortunado.
Pero un día te devolverán a la piara asquerosa.
Porque eres un cerdo, joder, no lo olvides.
Quien va a preferirte en lugar de perros gatos chimpancés.
Conejillos de indias pizpiretos de relucientes plumajes.
Y entonces llega el gran día.
Y te vas de viaje hacinado entre los tuyos ya ajenos
que contemplan un mundo omitido infinito inabarcable.
 Inconscientes ante su irreversible condición
 de cena navideña bocadillo poligonero.
Y sin saber como, en una curva acabas siendo uno más
 de Todos esos cerdos despanzurrados en la autopista.
Y antes de la nada tal vez se te ocurra
lo jodidamente bien que estaría que un humano
te escribiera un poema o algo remotamente parecido.

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