Revista Opinión

Todos estaban callados

Publicado el 11 junio 2018 por Carlosgu82

En realidad, no estoy seguro si fue un sueño, un salto temporal, o tal vez sucedió realmente.

Ocurrió esta mañana cuando subí a la guagua y pude ver que: ¡todos estaban callados!

¡Subir a una guagua en La Habana y que nadie esté hablando! Eso es prácticamente imposible, pensaba yo…, era la ruta 27, la que tomo cada día para ir al trabajo.

Me «pellizqué» simuladamente para comprobar que no estaba dormido.

Volví a mirar y estaban los de cada mañana, entonces no era un salto temporal.

Entonces estaba sucediendo de verdad…, y no solo sin hablar, todos estaban leyendo. Excepto el chofer, por supuesto.

Caminé de una punta a la otra de la guagua y nadie notó que estaba allí. Pedro, que siempre usaba una jarana leía el periódico. La pareja de jóvenes que trabajaba en el restaurante «Mia gracia» no se estaba besando, leían a García Márquez. Los gemelos no estaban molestando al señor sentado delante, tenían una historieta en la mano. Y así los verifiqué uno por uno. Todos leían.

Entonces sentí una tremenda alegría interior. ¡Cuánto luchamos los que amamos la literatura por lograr esto! Seguí caminando despacio y complacido; en la parada siguiente, dos ancianos subieron con unos viejos números de nuestra revista Bohemia.

Entonces extrañé la alegría mañanera que se respira en la ciudad y que nos ayuda a vivir.

Esa jarana de Pedro, ese beso de los jóvenes, esas maldades de los gemelos, son detalles que necesitamos en realidad.

Recordé un viejo refrán de la vida: «Es muy importante leer para vivir, pero no debemos vivir para leer».

—¡Oye! —Me zarandeó Pedro—. ¿Hasta qué hora leíste anoche?


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