Título original:
Todos están muertos
Año:
2014
Fecha de estreno:
30 de Mayo de 2014
Duración:
88 min
País:
España
Director:
Beatriz Sanchís
Reparto:
Elena Anaya, Christian Bernal, Angélica Aragón, Patrick Criado, Nahuel Pérez Biscayart, Macarena García
Distribuidora:
Avalon
Ya, en un coloquio en la Sala Berlanga de Madrid presentando Ilusión de Daniel Castro, el crítico Luis Martínez nos comentaba que la calidad del Festival de Málaga cada año iba empeorando, y por eso cuando se oyó que había esta original película que estaba entusiasmando, se alegró enormemente.Me acordé de estas palabras, cuando vi Todos están muertos, ganadora del premio del jurado, mejor actriz y BSO en el pasado Festival de Málaga. Contra los dos últimos tampoco puedo quejarme demasiado, pues es casi lo mejor de la película y no he visto el resto de candidatas del festival, pero si el jurado considera que esto merecía la Biznaga de plata (al menos la de oro fue para la cautivadora 10.000 Km) es que, de verdad, el festival está de capa caída.
Y mira que no me gusta ensañarme con las operas primas de nuevos realizadores, pocos nacen con la flor en el culo sacando genialidades a las primeras de cambio, sino que se van formando y mejorando con la experiencia de las años y película tras película, pero al menos hay que vislumbrar en su primera película un toque que te diga que hay un artista único detrás, alguien con algo que decir que merezca la pena. Y, nada de eso, lamentablemente, he visto en la película de Beatriz Sanchís. La directora nos presenta una especie de fábula sobre juguetes rotos, una cantante de la movida que tras un trágico suceso no ha vuelto a salir de casa. A raíz de esto no tiene sintonía con su hijo Pancho, por lo que decide su abuela intentar arreglar las cosas trayecto a alguien del pasado, aunque sea desde el más allá.
Si bien la premisa podría dar juego, Sanchís no sabe desarrollar bien ninguna subtrama y el resultado final acaba siendo un gran desaguisado. Empezando por el género... ¿Hablamos de una comedia o de un drama? Creo que ni su directora/guionista lo tiene aún del todo claro. Está constantemente entre uno y otro, pero sin explotar ninguna de las dos vertientes, quedando en tierra de nadie. Y siguiendo por su protagonistas. Sí, porque no es Elena Anaya tanto la protagonista, sino su hijo en la película, interpretado por Christian Bernal con motivación 0. Un chaval con horchata en las venas de nula empatía con el espectador, con un personaje hostiable y que cante de mal gusto hasta para su madre (y, gracias a Dios, nos ahorran la actuación final).
Tras estos problemas ya de por sí graves, le sigue un desarrollo rancio y torpe de la historia, como no sabiendo salir del berenjenal en el que se ha metido. Se retorna a un muerto para luego no tener casi peso en la historia, es más bien testimonial, la abuela que lo retorna ni siquiera sabe que lo ha hecho y, aquí viene el momento más absurdo, tiene que drogarse para poder verle (WTF!). A esta absurdez se le suman dos subtramas que de dejan un tanto en el limbo: la homosexualidad de Pancho y el incesto entre el muerto y la madre. Para tratar estos temas de forma tan chabacana y chapucera mejor no meterlos, directamente, si no corres el riesgo de lo que ha pasado, que al final la historia no tenga ni pies ni cabeza y acabe yéndose al traste.
Lo mejor, como hemos apuntado en el primer párrafo, son Elena Anaya, que le hecha ganas pero poco más puede hacer con su endeble personaje, y la banda sonora de Akrobats, en sintonía con la música ochentera de la época. Y bueno, ese look glam de Groenlandia, el antiguo grupo del personaje de Elena Anaya, y la ambientación retro, con esos detalles como el del radio cassette que aguantaba todas las hostias que le metieses y más.Pero vamos, detalles nimios al lado de dicha historia que no hay por donde cogerla... Una pena.
3/10