se descubre que en realidad el verdadero triunfo
es siempre superarse a uno mismo.
S i yo diera por hecho aquellos momentos,
cuando la luz de mi faro pierde el horizonte,
jamás descubriría que al acabarse la tormenta
todo se renueva igual que la mente.
Si me entregara a estos inviernos
que han congelado todos mis sueños,
jamás intuiría que bajo la tierra
nació una semilla que en primavera
volverá a florecer como todos los años.
Si yo me aislara en mi propio Ser
cerrando las ventanas para la esperanza,
jamás se me revelaría que todos " los fracasos "
esconden en ellos la gran enseñanza.
Y si vuelvo a abrir mi corazón
a la Orden Divina, desconocida,
sabré: todo pasa por una razón
en el bello preludio que llamamos la Vida .