Suicidios: por cada 100.000 habitantes en el mundo 12 deciden apagarse indefinidamente, y en lo que a promedio se refiere, pero no es determinante en la proporcionalidad, ya que llegan a 45 personas cuando las mismas proceden de Japón, Rusia, Corea, Este de África e India, reduciéndose el porcentaje si aludimos a México, Indonesia, y los países del Magreb. En cuanto a las cifras en España se llegan a barajar entre el 5 y el 6 por cada cien mil ocupantes de nuestra geografía, mientras la misma tasa aumenta alarmantemente sobre el número de personas que lo intentan o piden ayudan para no dar el último paso que acabe con su vida, lo que hace presumir que por diversas razones serían unas 40 las "sospechosas" que lanzan una llamada de socorro intermitente o insistentemente cuando deciden finiquitarse.
Los celos, las revanchas, los pleitos familiares, la impotencia de no hallar un trabajo digno, la precariedad, el hacinamiento, la soledad, el exceso en el consumo de drogas, el estado de una salud mental que cómo síntoma se detecta pero no con la suficiente agilidad para ser percibida como riesgo de auto-amenaza, son facetas intempestivas que hacen que los ciudadan@s de este país sufran una depresión mayúscula que va en aumento, con el básico remedio de prevenirse con fármacos dentro de un plan de una ayuda ciega y lenta, y con escasos recursos presupuestarios, en la que médicos y psicólogos, tratan de corregir con mucha dedicación profesional, que hace que esas estadísticas queden por debajo de otras realidades que no se contemplan cuando muchos deciden utilizar un vehículo para dar fin a su precaria existencia, traduciéndose el suceso como un accidente de tráfico.. y también doméstico que debería investigarse.
Vamos a cerrar el año 2017 con fuertes problemas de personalidad que merecerían un análisis en profundidad más objetiva y directa, y que en un principio nos haría contemplar un deterioro sistemático de las relaciones sociales, muchas veces mitigadas por las redes de encuentros virtuales en la red que de alguna manera ejercen una terapia adictiva en este fenómeno, pero que no evita que en en España, una de cada cuatro personas viva aislada, sola, sin ninguna otra compañía, en algunos casos de un animal doméstico, compartiendo la afición con el resto de sus anónimos que se encuentran en idéntica situación, con un ordenador o un teléfono móvil que le sirve de función sustitutiva de comunicación con el mundo exterior.
Mientras que uno de cada tres jóvenes no se independiza, tampoco se inicia una campaña para familiarizar un vínculo de compañía entre los dos polos opuestos que se diferencian únicamente por la edad, como ya ocurre en algunos países nórdicos, en el que se ha llegado a compartir momentos que reducen la soledad con la presencia física y habitable en el mismo hogar del considerado mayor, prestándole al de menos edad un espacio estable confortable para vivir, cerca de su lugar de estudio o de trabajo. Una actitud inteligente y suponemos que deseable que en España todavía no se ha puesto en marcha, probablemente por esa idea de la propiedad y su instinto mal concebido y arraigado en la que muchos de esos casí 20 millones de hogares, cobijan a muchos solitarios invisibles, predestinados a armarse de valor y decidir su "futuro", empezando por triturar un exceso de pastillas y medicinas, para lo que el protagonista habrá mezclado el mejor cóctel de su vida, o cortarse las venas con un estilete del despacho o un viejo cuchillo oxidado de cocina, colgarse, tirarse por la ventana, prender fuego a su casa, o por darse un último paseo, terminando por arrojarse al vacío desde un alto puente, que recordó que existía el triste suicidida, al haberlo cruzado todos los días cuando iba de ida o de regreso a ningun parte de su siempre "marchitado" fracaso, hundido por el tiempo que nunca intentó recuperar.
A nuestro entender no debemos impedir lo que una persona está decidida y voluntariamente a hacer sin dañar a su prójimo, pero si ayudarla a salir de un trance de ofuscación temporal, de circunstancias personales que le impiden razonar con cordura, lucidez y naturalidad de supervivencia ante un mundo cada vez más impersonal y competitivo. Y siendo francos en la argumentación, cuando llegue ese momento de vacilación, sugeriríamos se utilizase cualquier medio para gritar : " Estoy sol@, necesito ayuda". Es probable que más de un oído deje en un rincón de su memoria su sordera para acudir presto a la llamada urgente, de alguién que como él, ha pensado en suicidarse por la puerta falsa de ese teatro sin final de una mala y breve comedia, que bien mañana con una amistad nueva, esperanza, comprensión, cautela y mucha humildad, se puede convertir en la primera sonrisa de un prometedor segundo, dirigida al nuevo inicio de una diferente vida, en la que los problemas de la índole que sean, si tienen solución no permiten una preocupación extrema, y si son materiales incluso, y no tienen arreglo, para qué hacer que suban de tensión en un hilo conductor de irremediable peligrosidad, si lo más importante somos nosotros, aunque sea sólos o en compañía de otros para mantenernos fieles a los principios de nuestra concepción como seres humanos.En este nuevo ciclo de las intenciones venideras sería bueno que los que podamos influir con nuestros mensajes y con comentarios siempre sin idearios ni flagelos llamativos, hágamos lo posible para congelar las estadísticas nefastas de esos suicidios "anormales", anarquicos, madurados o imprevistos, que no merecen por nadie ni por nada, atreverse a "adelantarse" al último suspiro natural, cuando un calor atemporal funda la frialdad no esperada para secar una lagrima de la que no tienes derecho precipitado a derramar, y tenga la propia voluntad de hacerla aparecer cuando menos te lo esperas, de qué nada está perdido si todo lo que buscas lo puedes encontrar hurgando, aunque sea por curiosidad, en ti mismo.. y en los demás.