“Cuentan que una vez, al pie de los Pirineos, alguien tuvo la estúpida idea de plantar jazmines en un jardín iluminado por lucecitas navideñas para que una novia perdida fuese capaz de encontrar de nuevo el camino, marcado en el cielo, de Nunca Jamás.
Cuentan que fue entonces cuando aprendió a volar, por fin, para poner remedio a la soledad de un hombre, de ojos grises y manos impacientes, que tantas veces antes había dibujado, en las arenas blancas de un arroyo, las líneas de todos los veranos del mundo”
"Helena no sabe cómo sobreviven las familias cuando coinciden todos sus miembros bajo el mismo techo, pero está a punto de averiguarlo. Decidida a casarse en Serralles, el pueblo de todos sus veranos de infancia, regresa a la casa de sus padres para preparar la boda y reencontrarse con sus hermanos y sobrinos.
Un lugar sin sorpresas, hasta que Helena tropieza con Marc, un buen amigo al que había perdido de vista durante muchos años, y la vida en el pueblo deja de ser tranquila. Quizás sea el momento de refugiarse en la nueva librería con un té y galletas, o acostumbrarse a los excéntricos alumnos de su madre y a las terribles ausencias. Quizá sea tiempo de respuestas, de cambios y vendimia. Tiempo de dejar atrás todo lastre y aprender al fin a salir volando."
Mónica Gutiérrez Artero nació y vive en Barcelona. Es licenciada en Periodismo por la UAB y en Historia por la UB. Su carrera profesional se ha desarrollado en el ámbito de la comunicación y la enseñanza. También es bookblogger y escribe novela, relatos y poesía.
Debutó con "Cuéntame una noctalia" en Amazon. "Un hotel en ninguna parte" es su segunda novela. Las buenas críticas y ventas de este, mantuvieron a la autora durante medio año en el Top20 de los más vendidos de Amazon.
En noviembre de 2015 editó y publicó un libro de relatos, junto con otros autores, titulado "La librería a la vuelta de la esquina". En 2016 publicó "El noviembre de Kate" y en 2017, una novela feelgood sobre el amor a los libros, a las librerías y a los libreros: "La librería del señor Livingstone". En verano de 2018, publicó su última obra "Todos los veranos del mundo".
Tenía muchísimas ganas de leer este libro y conocer a esta autora que además es también es bloguera (seguro que todos conocéis y habéis visitado en alguna ocasión Serendipia y si no lo habéis hecho ¿a que estáis esperando?). En su blog Mónica, además de presentar sus novelas, también reseña todo lo que va leyendo.
De su obra había oído muchas cosas, la verdad es que todas buenas. Pero lo que más se repite en las opiniones de los blogueros que suelo leer y visitar es sobre todo el buen rollo y optimismo que transmiten, remansos de paz, lecturas amables totalmente representativas del género “feel good” (escrito para hacerte sentir bien). Y yo, después de haber leído “Todos los veranos del mundo”, no puedo más que corroborarlo todo.
¿De qué va la novela?
En la historia que nos cuenta Mónica, la protagonista es Helena, una abogada que está a punto de casarse con Jofre en Serralles, el pueblo donde siempre veraneaba y que hace tiempo no visita. Allí está su familia (su hermano mayor Xavier, su hermana pequeña Silvia, su madre y el recuerdo de su padre fallecido) esperándola con los brazos abiertos y con muchas ganas de volver a verla. Y Marc, su antaño compañero de tantas aventuras veraniegas, su querido y antiguo Peter Pan al que perdió de vista mucho tiempo atrás.
Fue tan íntimo el espacio que nos envolvía durante todos aquellos meses compartidos que nos ha quedado un rastro de pertenencia mutua. Su voz, sus gestos, todo me resulta extrañamente mío.Allí todo sigue igual que siempre, los mismos vecinos, las mismas casas, las mismas tiendas. Bueno, en realidad exactamente igual no. Para el regocijo de Helena, alguien ha abierto una nueva librería, la pequeña y acogedora “ Biblioteca voladora”. Su propietario es Jhonathan Strenge, un agradable librero con cara de ratón que también supone un gran descubrimiento para ella, por brindarle su amistad y alguna que otra tarde de charla sobre libros, escritores y té.
Quiero dejar de ser tantas cosas a la vez para convertirme solo en una: una mujer con un libro abierto entre las manos, solo eso, ¡es lo que quiero!La cercanía y el amor de su familia, los recuerdos de su infancia y adolescencia que la sobrevuelan constantemente, su reencuentro con Marc Saugrés (un soñador que se ha pasado la vida añorando volver a ver a su Wendy), y unos pocos días rodeada de naturaleza, le harán replantarse muchas cosas de su pasado, pero sobre todo de su presente, de la relación con su madre y hermanos, del amor hacia su prometido (una persona bastante fría, con todo muy pensado, medido, y calculado) y de lo que realmente siente Jofre por ella.
Su mundo, un mundo que creía tener bien hilvanado, bien delimitado, se vuelve de pronto patas arriba, se revoluciona y llega un momento en el que ya no sabe ni que pensar de lo que le está ocurriendo tras su regreso a Serralles.
Pensé que no quería volver a Serralles porque los recuerdos me pesarían tanto en los bolsillos que no podría echar a volar con los primeros soplos de la tramontana. Y sin embargo —sin embargo— allí estaba, más despierta que en mucho tiempo, lidiando con algunas verdades, desvelando las trampas de mi memoria”
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Mucho. Me lo esperaba, me esperaba que me gustase, aunque para ser sincera no esperaba que me gustara tanto la forma de escribir de esta autora. Me ha sorprendido muy gratamente y me ha encantado sumergirme en su prosa, una prosa que no siendo demasiado rebuscada, me ha parecido agradable, bonita, y muy cuidada, de esa que es un gusto leer.
Los personajes no son superficiales, están bien descritos, con sus caracteres bien perfilados para que entendamos el tipo de relación que tienen con Helena y curiosamente he sentido que empatizaba con el librero de “la biblioteca voladora”, un tipo algo extraño y solitario al que no he podido evitar cogerle cariño, llegando incluso a imaginarme tomando el té con él y charlando sobre Murakami o cualquiera de mis escritores preferidos una tarde cualquiera de verano.
Resumiendo: en “Todos los veranos del mundo" me he encontrado con una historia tierna, romántica pero no en exceso, para nada empalagosa, con un trasfondo y un mensaje muy positivo, que te transmite eso, positividad, bienestar, ese tipo de argumentos que cuando cierras el libro te dejan un buen sabor de boca que te dura un tiempo. Una historia que consigue lo que en definitiva buscamos todos los lectores cuando leemos: soñar despiertos, vivir otras vidas, viajar sin movernos del sillón, y volar… como nuestra Wendy que al final ha aprendido a volar.
Además, Mónica ha conseguido con mucha facilidad transportarme a los veranos de mi infancia, de mi adolescencia en el pueblo con mis padres mi hermano y mis amigos. Mi pueblo, ese pueblo al que hace tiempo decidí no regresar, porque allí las ausencias duelen más y todo huele a eso, a ausencias, a una vida pasada maravillosa que me gustó vivir, pero que me duele recrear.
Aunque al fin y al cabo, como bien dice una frase del libro:
“No importa lo lejos que corras a esconderte, la vida acaba por encontrarte.”¿Lo recomiendo? Por supuesto, mucho, muchísimo, he disfrutado con esta lectura amable, agradable y al acabarlo he entendido a la perfección porque se encuadra dentro de ese género "feel good” que está ahora tan de moda, y del que tanto se habla.
Mi puntuación no puede ser otra que la máxima: