Todos quieren lo mejor para ella, pero sin ella. Este podría ser un válido (y breve) resumen de la película co-escrita y dirigida por Mar Coll. ‘Todos queremos lo mejor para ella’ traza una línea entre la promesa y la realidad hecha cine que es esta segunda película de la realizadora catalana, quien ya sorprendió en 2009 con su debut ‘Tres días con la familia’.
La película nos sitúa en la entrada de un oscuro túnel que es la vida de Geni (gran interpretación de Nora Navas quien ya destacó en la premiada ‘Pa negre’); al entrar en ese camino la nula visión de los porqués y los cómos, producen una sensación opresora en el espectador que se recrudece al contemplar los perdidos ojos y la nerviosa sonrisa de la protagonista que se pierde constantemente en la búsqueda de sí misma.
Uno de los grandes aciertos de la cinta sin duda es este aspecto. El espectador sufre la misma pérdida de memoria y seguridad que La Geni, lo que hace querer indagar en la historia. Todo lo que somos capaces de alcanzar es la melancolía, la desidia y la desesperación que gira alrededor de todo lo que no sabemos pero que sí emana la gente cercana a la protagonista; se vislumbra la añoranza por una persona que no es quien fue, y que todos quieren, o más bien desean a toda costa que vuelva.
No entraré a valorar aspectos tan superfluos como el hecho de que la cinta esté rodada en catalán y bla, bla, bla. Soy de los que opinan que el cine en versión original si bien no obligatorio, porque está feo eso de obligar a la gente, sí debería tener mucha mejor prensa y apoyo del que tiene en este país. Ya sea sueco, francés, italiano, catalán o cualquier idioma del mundo, el sonido original es el único capaz de hacernos sentir la pureza de las interpretaciones.
Película genialmente planteada, con una gran interpretación de Nora Navas, quien da una lección sobre el buen hacer en la sencillez y naturalidad de su actuación, solventemente dirigida por Mar Coll. Quizás no encontremos una gran moraleja al final del metraje, y muy probablemente esta sea una cuestión intencionada. Al fin y al cabo, el camino de la vida nunca se sabe hacia dónde va a girar y las luces o sombras que podremos encontrar tras los giros inesperados que en ésta se dan.
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