Al final, todo lo que queremos es aprender unos de otros. Tenemos una curiosidad insaciable sobre nuestros semejantes, lo cual nos genera más curiosidad que cualquier otro tema. Es como si de alguna manera supiéramos que, si aprendemos más los unos de los otros, podremos descubrir más de nosotros mismos.
Y el anhelo de saber más acerca de nosotros mismos –sobre Quiénes Somos realmente- es el deseo más profundo de todos. De manera que hacemos más preguntas acerca de nuestras experiencias mutuas que sobre nuestras mutuas comprensiones. ¿Cómo reaccionaste ante eso? ¿Cómo sabes que es verdad? ¿Qué estas pensando en este momento? ¿Por qué sientes de ese modo?
Constantemente intentamos entrar en la piel de los demás. Tenemos un sistema de orientación interna que nos dirige en forma intuitiva y apremiante hacia los otros. Considero que existe un mecanismo natural, a nivel de nuestro código genético, que contiene inteligencia universal. Esta conforma nuestras respuestas más primarias como seres sensibles; pero, es necesario sabiduría eterna a un nivel celular, creando lo que algunos han denominado la Ley de Atracción.
Estoy convencido de que en forma inherente, nos sentimos atraídos los unos a los otros en función de una certeza profunda acerca de que en el otro encontraremos nuestro propio Ser. Quizá no nos demos cuenta de ello a nivel consciente, y posiblemente no expresemos esto de manera específica, pero creo que lo comprendemos en el nivel celular. Y creo que esta comprensión microscópica se deriva de un entendimiento macroscópico. Creo que, en el nivel más elevado, sabemos que Todos Somos Uno.
En esta consciencia suprema la que nos empuja hacia los otros, en tanto que, al ignorar este hecho, la soledad más profunda anida en el corazón humano, y surge cada una de las miserias de la condición humana. Esto es lo que me ha enseñado mi conversación con Dios: que cada tristeza en el corazón del hombre, cada indignidad en la condición humana, cada tragedia en la experiencia se puede atribuir a una sola decisión –la de aislarnos de los demás-.
La decisión de ignorar nuestra conciencia suprema. La decisión de clasificar la atracción natural que tenemos los unos por los otros como algo “malo” y a nuestra Unidad con los demás como algo falso. Así, pues, hemos rechazado nuestro Verdadero Yo. Es a partir del momento que le negamos esta Unidad a nuestro ser que surge toda la negatividad. Toda nuestra rabia, todas nuestras desilusiones, toda nuestra amargura ha encontrado su raíz en la muerte de nuestra más grande alegría. La alegría de ser Uno solo.
Y el conflicto del encuentro humano es que, aun cuando a nivel celular buscamos experimentar nuestra Unidad, insistimos en negarla a nivel mental. Por lo tanto, nuestros pensamientos con respecto a la vida y cómo es no se encuentran alineados con nuestro conocimiento interno más profundo.
Esencialmente, todos los días actuamos en contra de nuestros instintos. Y esto nos ha conducido al estado de insensatez actual, en el que insistimos en mantener vigente la demencia de la separación, anhelando todo el tiempo reconocer la alegría de la Unidad. ¿Alguna vez será posible resolver este conflicto? Sí. Terminará cuando solucionemos nuestro conflicto con Dios
Pon a la Ley de Atracción a Tu Favor conectándote con tu Yo Interno y reconociendo la magia que hay en tu interior. Haz click en la imagen
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