Hay individuos que utilizan un mecanismo de escape de la realidad, consistente en convencerse de que las grandes decisiones son tomadas por personas importantes, desde un trono, que deciden una vez en la vida, tal como suelen contar los libros y así tienen gran repercusión entre multitudes, por tanto ellos, seres humanos individuales y limitados en su poder estarán siempre al margen de esa responsabilidad. Con esa ilusión pretenden huir de los problemas, quieren creer que el exterminio de seis millones de judíos se debió a una firma puesta en un papel por una sola persona, lo cual les deja con su conciencia tranquila, porque ellos nunca harían algo así, dicen.
Esta forma de pensar no es mas que una coartada. El exterminio se llevó a cabo porque en cada barrio, en cada ciudad, tenderos, empleados de banca, policías, carteros, metalúrgicos, mujeres, niños y ancianos, todas ellas personas individuales, que nunca tomaron ‘grandes decisiones’, denunciaban algo de cada vecino, compañero de trabajo o de estudios, apoyaban la selección primero, luego el control administrativo, posteriormente la construcción de transporte y de campos, sin que necesariamente cada decisión individual implicara un asesinato, ni por supuesto responsabilidad sobre la totalidad del proceso. El mecanismo es el mismo que se utiliza para la xenofobia y el racismo.
El problema reside en que ninguna persona, individualmente, tiene responsabilidad sobre la totalidad de un proceso completo, sea éste individual o colectivo. La cuestión que debemos asumir es que las decisiones importantes de la vida se toman diariamente y siempre son pequeñas en cuanto son ejecutadas por una persona y afectan en general a poca gente, a veces a un solo individuo, pero son las que determinan la personalidad moral o ética de cada uno y del colectivo que tiene a su alrededor.
Nuestra decisión la tomamos por acción, pero también por omisión, con la respuesta o con el silencio, que damos al jefe, amante, amigo, o vecino que nos rodea, y por supuesto a nuestro colectivo militante o afiliado, defendiendo una postura justa o una reivindicación, sin evadirnos del presente con el engaño de que el futuro resolverá, mejorará o cambiará la situación de que se trate, sin cerrar los ojos ante todo lo que sucede delante de nosotros.
Al margen de la crisis del capitalismo, sobre la que probablemente resulta mucho mas difícil intervenir, (aparte de estarnos acompañando durante todas nuestras vidas), deberíamos pensar en nuestras responsabilidades sobre la deriva que ha tomado en estos momentos la reforma laboral y que supongo pocos pensaban conduciría a esto que estamos viendo, ‘para evitar despidos’. Produce vergüenza escucharlo. Cuando tocará ‘para favorecer la contratación’, ¿que ha pasado con nuestras responsabilidades, en el lugar de cada uno, para llegar hasta aquí? Y las reformas que modificarán e influirán en nuestras vidas durante 20 años siguen, en este ambiente y pilotadas no se sabe bien con qué rumbo y apoyos, pero ¿éstas políticas son las que habían discutido y aprobado dentro del PSOE?, si no es así, ¿por qué permitir que sigan desarrollándose amparadas en el partido?, el daño que hacen comienza a verse en la pérdida de voto y confianza, hasta donde? Hasta cuando?