Tod@s participamos creando unión

Hasta hace poco no era un juego de todos, sino al contrario un juego de unos muy poquitos que tanto si querías como si no, tenías que entrar en la contienda. Un juego con unas reglas muy bien definidas y sutilmente expuestas al gran conjunto de la sociedad que se ha dejado someter a unos criterios extraños y demasiado estrictos encubiertos en símbolos de calidad de vida. Símbolos perfectamente estudiados, diseñados y creados para hacernos creer un sueño de grandilocuencia, sueños en donde la única unión existente era la que otorgaba poder al individuo no al colectivo. Aprovechando el poder que genera la colectividad unida con un único fin para satisfacer los deseos de unos pocos. Calidad de vida envuelta en apariencias de delicatessen, que al rascar de a poco empezábamos a ver los miles de retoques para la obtención de esa imagen. Retoques hechos a imagen y semejanza de los creadores del juego con el único objetivo de satisfacer sus megalomanías y entrar en un paraíso no bien definido de imágenes y apariencias, simple vanagloria.
Hasta hace muy poco al ser humano nos costaba trabajo entender y más aún el asumir que tod@s sin excepción  disponemos de un gran y único potencial y que es genial porque es instransferible, algo así como el dni. Y aunque cuesta mucho trabajo creerlo, es cierto que tod@s lo tenemos. Demostrándonos a nosotros mismos que si un sólo individuo puede realizar grandes cosas cuanto no más podrá realizar la suma de esas individualidades convertidas en grupo o equipo o colectividad. Para conseguir esta unión de colectivo es imprescindible algo vital, la materia prima, la comunicación que permite a personas independientemente de raza, religión, clase social, etc, transmitir mensajes, expresar emociones o sentimientos que muchas veces las palabras no pueden o sencillamente no alcanzan a transmitir aquello que con una mirada o el roce de dos cuerpos queda totalmente claro. Y es ésta la era en que vivimos en donde queda de manifiesto que la comunicación es de importancia supina para poder saber más y tener la libertad de poder elegir sin miedo a nada ni a nadie.
Es la comunicación la que ha abierto las fronteras al juego de aquellos pocos para convertirlo en juego de unos muchos un juego en el que ahora si tod@s participamos creando una fuerza sin precedentes gracias a la unión perfecta del colectivo, gracias a la firme creencia de que si una sóla persona es capaz, muchas personas unidas por el mismo objetivo serán aún más capaces no sólo de llegar a la meta fijada, sino de tener la fuerza necesaria para construir nuevos caminos. Porque la belleza del juego radica en su principal componente y motor, mantener viva la acción, sino hay acción se muere y desaparece. El juego, la comunicación y las personas necesitamos de acción para poder vivir, el medio ambiente en que nos movemos es acción.
Y es ahora cuando la comunicación y el colectivo imponen un cambio radical de juego con nuevas reglas, donde prima la persona, el ser humano. Donde es necesario pararse un minuto a pensar, a observar que no estamos solos, que somos muchos y que juntos podemos hacer grandes cosas, un juego en el que tod@s ganen, porque hay premio para tod@s, un premio adaptado y personalizado a cada ser vivo, que se adapta a nosotros como nuestra sombra y por tanto somos los únicos con derecho a ese premio. Un juego en el que la comunicación con escucha activa es la clave para avanzar. Ya de poco o nada valen los juegos en los que sólo participan unos pocos y menos aún en los que sólo ganan muy poquitos, ahora es momento de escuchar y dejar hablar a tod@s de respetar y hacerse respetar. Es el momento no de gritar, sino todo lo contrario de mostrar tu propia verdad, de los hechos, porque ya no oímos lo que decís, ahora vemos lo que haceís, y ahora empezamos a ser consciente de nuestra capacidad para decidir cambiar de rumbo si es necesario.
Ha llegado el momento en el que tod@s participamos, porque cada persona tiene algo que decir, algo que aportar, su presencia es necesaria porque tiene un objetivo concreto que casa a la perfección con el objetivo final del grupo, porque si esa persona no está dentro del grupo tanto el desarrollo como el resultado ya no será el mismo.