Hay sentencias, como la del Supremo con el alcalde comunista de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que parecen seguir aquella afirmación del fiscal general de Zapatero, Cándido Conde-Pumpido, según la cual “las togas deben mancharse con el polvo del camino”, y por tanto adaptarse a la variable situación política.
Sánchez Gordillo, propuesto por varios dirigentes de Podemos como conmilitón, vio limitada por el Supremo a una multa de 1.200 euros la condena de cárcel impuesta por el Tribunal Superior andaluz por asaltar y tomar durante 18 días una finca militar en 2012, desobedeciendo toda orden de desalojo.
La carrera de Sánchez Gordillo en desacatos, agresiones e ilegalidades es abundante, pero las togas adaptadas a la política comenzaron a exonerarlo a él, y siguen crecientemente con la absolución, por ejemplo, de quienes atacan brutalmente a la policía, como los antisistema que pretendieron asaltar el Congreso.
Parece que algunos jueces manchan las togas pensando en ser recompensados cuando llegue Podemos, y que tras esos lamparones iniciales, los siguientes ya preocuparán menos.
Olvidemos los casos Bolinaga y demás etarras extrañamente liberados y veamos a algunas togas extranjeras manchadas:
Mathias Taylor absolvía mafiosos y terminó como capo de la droga en Florida protegido por otro juez, Thomas S. Corlnass, quien, luego avergonzado, se pegó un tiro. En una carta de despedida pidió que su cadáver se incinerara con el primer alijo importante de drogas que apareciera.
Piero Scorzzato: en varias parroquias sicilianas se hicieron pequeñas imágenes con su figura a las que se rezaba porque en el ejercicio de su magistratura este santo liberaba con mínimas fianzas a los presos de la Cosa Nostra. Hoy es un padrino muy respetado.
Hace años hubo en España dos magistrados del Supremo comprados por narcotraficantes colombianos, y ya veremos si con la desobediencia de Artur Mas al Constitucional no ocurre como con la de Sánchez Gordillo.
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SALAS