Revista Sociedad

Togas manchadas

Publicado el 15 agosto 2012 por Abel Ros

La mancha de las togas ha sido el testimonio vivo de las atrocidades cometidas en el siglo que nos precede


Togas manchadas
a política - decía el viejo magistrado – ha deshilado los pespuntes de la toga. La intromisión ideológica en los círculos de la interpretación ha roto la armonía de las balanzas.  El contrato de Montesquieu – exclamaba su señoría -, es papel mojado en los tiempos del buscón. La España de Neruda ha resucitado en los siglos de Gallardón. Una vez más, los tentáculos de las sotanas escribirán, con las plumas del ayer, los interlineados del aborto.

La justicia subjetiva – en palabras de Larra – es la artrosis que sufre la democracia cuando los poderes estrechan las orillas que los separan. El juez  - en palabras del "príncipe de los ingenios" – debe estar limpio de prejuicios para no apagar con la niebla de sus pensamientos el sino de los hechos.

Andrés Ollero, el mismo señor que se quitó la sotana para ocupar el escaño azul en los tiempos aznarianos

La mancha de las togas - orquestada por el ácido de las ideas- ha sido el testimonio vivo de las  atrocidades cometidas en el siglo que nos precede. Gracias a la prostitución de los jueces. Los totalitarismos del ayer consiguieron materializar el germen de sus creencias.

En días como hoy - como diría Juan Ramón en su ex programa de las mañanas-,  las agujas de la política siguen tejiendo los atuendos de la justicia. El magistrado Andrés Ollero. El mismo señor del Opus Dei que se quitó la toga para ocupar un escaño azul en los tiempos aznarianos. Será uno de los ponentes que dilucidará sobre la constitucionalidad del Aborto, ideado por los mimbres de Zapatero. "Si hay un ser humano – escribió Don Ollero allá por el 85 – dejar a su madre en paz supone autorizar un acto de guerra contra su hijo permitiéndole que se desembarace de él". Estas afirmaciones, vertidas por las voces superiores de la justicia, son las que invitan al civil a sentir vergüenza ajena por subjetividad manifiesta en las balanzas de su pueblo.

El juez  debe estar limpio de prejuicios para no apagar con la niebla de sus pensamientos el sino de los hechos

Desde la Crítica intelectual debemos reflexionar sobre la responsabilidad de Gallardón en las cocinas de este chiringuito. Mientras Bermejo dimitió de su cargo por compartir un día de cacería con las togas de  Garzón. El ministro de Rajoy permite que Andrés – ex diputado del mismo partido que interpuso el recurso contra la ley de Zapatero – ostente el poder para decidir el destino de una ley opuesta al proselitismo antiabortista del Opus – Dei. El CIS tenía razón. Las instituciones de este país solo sirven para sembrar la vergüenza en el altavoz internacional. Una vez más, el suspenso demoscópico no se hará de rogar. Indadmisible.

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