Una ciudad devastada y empobrecida
Haciendo un juego de palabras, la periodista Elena Hevia destacaba que David Peace tiene poco de pacífico. Al menos así podemos considerarlo si nos ceñimos a su novela Tokio Año Cero, que nos sitúa en los momentos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Las Fuerzas del Eje han sido sometidas y los norteamericanos imponen paz y democracia urbi et orbi. Y si no consideramos —sigamos con el chiste— pacífico a Peace, es por su forma sistemática de profundizar en un conflicto de sobra conocido, pero ofreciendo una óptica novedosa: la de los habitantes de Tokio, sumidos en la miseria. Una óptica, por cierto, bastante poco habitual en occidente, pero que podríamos encontrar en películas como Infierno en el pacífico (1968) o Cartas desde Iwo Jima (2006). el enigma de un crimen y los desastres de la guerra Si por algo destaca David Peace es por el rigor documental y la exhaustividad conque acomete sus obras, y Tokio Año Cero no es una excepción; incluso adjunta una bibliografía recomendada para los que quieran profundizar en la materia, y un glosario de términos japoneses introducidos. En sus propias palabras:«Básicamente voy a la biblioteca de Nagatacho, en Tokio, y leo y leo y leo los viejos periódicos, tomando nota tras nota tras nota acerca del momento y el lugar en particular sobre el que espero escribir, y luego, en algún momento del proceso, es como si una puerta mental se abriera y me resulta posible salir del aquí y ahora para entrar en el allí y entonces. Las ciudad se van cargando de connotaciones con el tiempo, y eso es algo que he notado ciertamente en Tokio. Quería atravesar las capas, como un arqueólogo, para encontrar el sentido del lugar. Lo que sucedió aquí ha sido cubierto con cemento, pero el pasado reaparece y crece entre las grietas»A ese contexto histórico, el de una ciudad devastada y empobrecida, sufriendo los rigores de la posguerra y vigilada de cerca por la comunidad internacional, se añade el enigma de un crimen, que tratará de resolver el policía Minami, un antihéroe oscuro que trata de salir adelante en medio de tanta desolación. Por medio de un estilo sintético, acelerado, que desarrolla la acción hasta extremos agotadores, con puntuales recursos poéticos y marcando el ritmo obsesivamente mediante la repetición de determinadas palabras y sonidos, David Peace desarrolla una novela desafiante. Porque pese a su aparente sencillez —narración lineal del policía en primera persona—, Tokio Año Cero resulta tener más conchas que un galápago, escanciando con morosidad los acontecimientos, deteniéndose en detalles ambientales de forma naturalista. Sin duda, Tokio Año Cero no es una lectura fácil, ni siquiera lo pretende. Pero responde perfectamente a cierto espíritu crítico, ese afán por reinterpretar los acontecimientos, y podrá interesar a los más inquietos, y, sin duda, a los amantes de lo asiático. Al fin y al cabo, las cosas no son como son, sino como se cuentan; ya hemos escuchado muchas veces nuestra propia versión, y quizás sea el momento de plantearse otros puntos de vista... Mondadori, 2013 Compra en Estudio en Escarlata David G. Panadero