Lo tenía pendiente desde hace años. Los libros no solo entretienen, también nos forman, nos hacen ser lo que somos y nos ayudan a moderar y a modelar nuestro pensamiento. Zweig nos cuenta una historia del siglo XVI pero que también estaba sucediendo cuando él escribe: la persecución del otro, la aniquilación del diferente.
La historia era para mi desconocida: Calvino instaura una dictadura atroz en Ginebra, antecedente por cierto de lo que ahora hace el Daesh en el creciente fértil, y discute con un, a lo que parece, atrabiliario Miguel Servet. Este comete el error de ir a Ginebra, donde será apresado, juzgado sin ninguna garantía, -ríanse ustedes de los procesos de la Inquisición-, y quemado vivo en octubre de 1553. Poco después, un Sebastian Castellio que ya había discutido públicamente con Calvino a cuenta entre otras cosas del carácter profano del Cantar de los Cantares, publica en la más absoluta pobreza, un ataque en toda regla a Calvino, acusándolo del asesinato de Servet, en un texto que se convierte en uno de los antecedentes más claro del Yo Acuso de Zola. Se trata de una emocionada defensa de la tolerancia que parece plenamente vigente a día de hoy...Revista Opinión
Devorado el magnífico ensayo de Zweig Castellio contra Calvino.