Si quedaba alguien que todavía no se ha enterado que España no es un país sino una alcachofa corrupta y podrida solo tiene que seguir el juicio del caso Noos para enterarse de en qué país vive.
A pesar de la correcta actuación de los jueces que han llevado el caso, el juicio ha sido un festival de corrupción, engaños y barbaridades.
Empezando por un fiscal que no solo no cumple con su obligación, sino que hace lo contrario de lo que se supone es su función, algo que empieza a ser habitual en nuestra desastrosa Justicia desde que un fiscal sacó de la cárcel a Blesa.
El fiscal Pedro Horrach no solo dedica buena parte de su tiempo a la defensa de la infanta Cristina, sino que se reúne y coordina dicha defensa con los abogados de la infanta, en una actuación que en circunstancias normales y en un sistema judicial normal debería ser considerada como un hecho gravísimo y escandaloso.
El que todos los testigos de todos los bandos hayan afirmado que la infanta Cristina no sabía nada de nada no es difícil sino imposible de creer porque si era accionista y apoderada con firma en la empresa, incluso en el caso que no hubiese sabido nada tendría responsabilidades por negligencia. Esta es la mejor prueba que muchos de nuestros políticos y altos funcionarios no solo son deshonestos y nada serios sino que no usan ni tan solo unos miligramos de inteligencia para disimular un poco.
Para completar el desastroso panorama, Diego Torres, antiguo socio de Urdangarin, ha declarado que operaban nada menos que bajo la supervisión de los asesores oficiales de la Casa Real y del Ministerio de Hacienda, añadiendo información sobre manejo de fondos en cuentas en el extranjero no declaradas por parte del Rey Juan Carlos y su amiguita Corina, y aunque por supuesto que puede tratarse de una invención total o parcial, de nuevo en una situación normal de un régimen jurídico normal, y al igual que con la implicación de la infanta, la forma de salir de dudas sería una investigación a fondo que aquí nadie va a llevar a cabo porque hay del que se le ocurra plantearla.
Lo peor es la cara de tonto que se le queda a uno cada vez que lee noticias sobre el juicio, hasta el extremo que creo que hubiese sido mejor para todos que se hubiese actuado como en la primera época de franquismo (la que se acabó con la muerte del dictador, ya que ahora estamos en su segunda época), no se hubiese celebrado juicio alguno y se hubiese publicado la versión oficial exculpando a los importantes para el régimen, y a callar todo el mundo. El resultado final habría sido el mismo y muchos ciudadanos no tendríamos la sensación de que nos toman por idiotas perdidos.
Tengo dos últimos comentarios sobre el asunto.
El primero es que Urdangarin merece una grave condena, pero no por chorizo sino por idiota, porque en la posición social que ocupaba, y quizás con más tiempo y algo de esfuerzo, podía haber montado algo similar a Noos, pero sin delitos ni choriceos.
El segundo se refiere a un comentario que, en las fechas en que la infanta fue interrogada por el juez instructor José Castro, oí en 13TV, el canal sucio, falsario y mentiroso, en un rebuzno de una de aquellas tertulianas que tanto aman a Catalunya y a los catalanes, inmediatamente corroborado por el resto de mulas franquistas de la tertulia. La señora se atrevió a decir que Urdangarin era un buen chico vasco, honesto y decente, pero que en Catalunya lo habían echado a perder y había aprendido a cometer sus tropelías. ¡Como no va a haber independentistas en Catalunya con asnos descerebrados de este nivel rebuznando desde la oscura y maloliente caverna mediática!.
Por cierto, acabo de leer “La chica del Tren” de Paula Hawkins. Muy recomendable. El inicio es muy lento, tanto que llegué a plantearme dejarla, pero en cuanto arranca la acción no hay forma de parar.