Por Aida Baida Gil
Hace poco empecé a leer el libro “Feel the fear and do it anyway” De Susan Jeffers, un libro que ha vendido más de dos millones de copias en todo el mundo, y me ha llamado especialmente la atención el capítulo sobre tomar las riendas de tu vida. Cada semana me escriben muchas personas comentándome sus casos y las razones por las que no hacen una u otra cosa: la mala suerte, es un mal momento, otra persona me lo impide, etc.
Es fácil pensar que los demás tienen la culpa de lo que nos pasa, que no podemos hacer nada para cambiar nuestra situación o que tenemos mala suerte y nunca es el momento adecuado. También es fácil pensar que estás tomando las riendas de tu vida cuando en realidad no es así.
Si estás continuamente quejándote de que no te gusta tu trabajo o tu relación de pareja, o lo que sea que pase en tu vida, significa que has aceptado el papel de víctima o de espectadora de tu vida y que no estás siendo responsable. Es muy fácil tener una mentalidad de víctima y darle el poder de tu situación a algo o alguien, pero eso lo único que hace es hacerte sentir indefensa y sin control, y dejarte paralizada. Según la Dra Jeffers (y no puedo por menos que estar de acuerdo) tener el control de tu vida significa:
1. No echarle la culpa a nada ni a nadie de los que haces, piensas o sientes. Eso incluye tu pareja, los niños, la crisis, tu jefe o lo que tengas en mente. Todos pecamos de eso y la realidad es que sólo tú decides cómo reaccionas ante las situaciones. Sólo tú has elegido estar donde estas, hacer lo que haces y ver las cosas de una forma u otra. Tú has elegido quedarte en un matrimonio que no te hace feliz, o quejarte porque no hay trabajo en vez de ponerte a buscar o verlo todo negro en vez de salir adelante. Por supuesto es mucho más fácil pensar que estoy equivocada y que los demás son los “malos” de tu película. ¿Quiere esto decir que tienes que aceptar cualquier tipo de comportamiento? En absoluto, pero depende de ti cómo reaccionas ante ello. Sólo tú puedes controlar como piensas y actúas, nadie más.
2. No culparte a ti misma. También es muy fácil pensar que tú eres la culpable de todo, que eres un desastre y que no logras hacer nada bien. La realidad es que tú lo haces lo que mejor que sabes y puedes en cada momento según tus razones o circunstancias y aunque seas la responsable de lo que pasa en tu vida no tiene sentido culparte. La vida es un continuo aprendizaje y uno lo hace lo mejor que puede.
3. Ser consciente de dónde y cuándo no estás tomando el control de tu vida. Siempre hay algún área en la que somos especialmente víctimas o espectadoras. Puede ser el trabajo, las relaciones amorosas, etc. ¿Cómo sabes que estás siendo una victima? Cuando experimentas alguno de estos signos: enfado, culpar a otros, cansancio, impaciencia, celos, envidia, impotencia, tristeza, desconcentración, decepción,… Estos signos significan que hay algo que tú no estás haciendo y de lo que estás culpando a otros. Así que en vez de pensar que fulanito no te hace feliz, por qué no le das la vuelta a la tortilla y piensas qué tendrías que hacer tú para ser feliz en vez de culpar a fulanito.
4. Ser consciente de los motivos ocultos de tu situación. Aunque no lo parezca, si estás estancada o atrapada en una situación y no haces nada para salir de ella es porque hay algún beneficio del que a lo mejor no eres consciente. Sí, has leído bien. Quizá seguir así te hace sentir segura, porque te sientes cómoda y no tienes que correr riesgos; o no tienes que demostrar que eres eficiente porque lo que haces lo haces bien, o tienes el cariño y la atención de los demás. Siempre hay algún motivo por el que sigues como estás. Ahora que ya lo sabes, piensa ¿cual es el tuyo?
5. Decidir qué quieres en la vida y ponerte manos a la obra. Ya he hablado en otros artículos de ponerte objetivos, decidir lo que quieres y luchar por ello. No vale con aceptar lo que te llegue y luego quejarte; o con esperar a que llegue el trabajo perfecto, el amigo perfecto, la pareja perfecta, la oportunidad perfecta. Es hora de dejar de esperar. Sé proactiva, determina lo que quieres y ve a por ello. No te quedes sentada esperando a que lleguen las cosas, porque puedes pasarte mucho tiempo esperando…
6. Aceptar que para cada situación hay múltiples opciones/elecciones. Cada día depende de ti, de tu actitud, de cómo decidas empezar el día y cómo decidas sentirte. En tus manos está la elección ante cada circunstancia. ¿Cómo quieres sentirte? ¿Qué vas a elegir? Puedes elegir enfadarte con un amigo porque no hace lo que le pides, o entender que tendrá sus razones y preguntárselo a otro amigo. Puedes intentar cambiar a tu pareja o decidir cambiar tú. Es tu elección. Por supuesto no es nada fácil, lleva su tiempo, pero lo importante es empezar a cambiar el “chip” como se dice.
Autora Aida Baida Gil – coachaidaarrobagmail.com
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