Tomás Podstwaski se cruzó en mi camino el pasado verano. Un sol abrumador y un reloj que marcaban las seis eran los acompañantes de aquella cita. Portugal debutaba en el europeo sub-19 ante Israel en Felcsút. El ataque 'luso' era imponente, Ivo desequilibraba en la zurda y se internaba por el centro; Marcos Lopes era un peligro constante; Gelson Martins secaba a su marcador con regates varios y André Silva enviaba a portería todo balón que encontraba. Los israelíes eran incapaces de enfrentarse a aquella tempestad, la misma que inundó la sala de máquinas de Hungría y Austria en la fase de grupos. Pero detrás de aquel vendaval ofensivo portugués, se encontraba la clave del equipo, el mediocentro ideal: Tomás Podstawski.
Natal de Porto. De padre polaco y madre portuguesa, habla 4 idiomas -portugués, polaco, francés e inglés- y estudia en la universidad de Porto Relaciones Públicas. Es canterano del equipo de la ciudad desde los 13 años, tras pasar por la academia del Boavista, el otro 'gordo' del norte luso. Después de la marcha de Fernando rumbo a Manchester y de jugar la pretemporada con el primer equipo, se esperaba de él múltiples apariciones en las convocatorias de Lopetegui. Finalmente el técnico vasco decidió apostar, además de por Casemiro, por Ruben Neves. El mediocentro portugués de 17 años que brilló en el pasado europeo sub-17 le adelantó por la derecha en la pugna por entrar en el primer equipo, lo que supuso para nuestro protagonista, jugar toda la temporada en el segundo plantel. La segunda división portuguesa fue su horizonte y André Silva e Ivo Rodrigues sus mejores compañeros de viaje.
Técnicamente, Tomás es un futbolista de los que no se complican. De aquellos que juegan fácil, sin complicaciones y con gran inteligencia. Su fútbol es sencillo, sin riesgo, serio. Nada de pases arriesgados potencialmente aprovechados por el rival para armar el contraataque. Su especialidad es el juego corto, asentar la posesión. Cuando el contraataque se antoja óptimo para los intereses del equipo, es él el especialista en robar el balón y darle vida, echarlo a volar, aprovechando la desorientación rival. Su formidable colocación en el campo le facilitará la mejora y su capacidad para aguantar el balón dotará de mucho sentido cada uno de sus movimientos. A más juego, más fútbol. A más minutos, más experiencia. A más confianza, más futbolista. Calidad le sobra, cualidades también.
Con estos rasgos, es obvio señalar que Tomás es clave tanto en la selección como en su club. Erigido como líder, capitán, el futbolista que dota al equipo de equilibrio, imprescindible para mantener el equipo unido, sin grietas, sin romperse. La prolongación del banquillo en el césped. La pieza clave. Un engranaje desde Porto.
Su futuro es muy prometedor y con el regreso de Casemiro al Real Madrid, la puerta del primer equipo aparece entreabierta de nuevo al final del pasillo. Seguro que si enfrenta recorrerlo, Tomás Podstawski retomará el sueño y objetivo de desplegar su fútbol sencillo, poco arriesgado, serio e inteligente en el escenario de su vida: Do Dragao.