Revista Cine
Directora: Céline Sciamma
La segunda película de Céline Sciamma es esta que tienen en frente de ustedes: "Tomboy".La película nos cuenta la historia de una niña que prefiere, digamos, lucir como un niño: lleva el pelo corto pero desordenado y despeinado, y viste con ropa holgada, seguramente elegida de la sección masculina de la tienda. A simple vista, la protagonista parece un niño. Con su familia se muda a un nuevo barrio, a una nueva ciudad, y allá, cuando conoce a los niños y niñas de lugar, dice que se llama Mickäel, es decir, un niño. Y nadie lo pone en duda, aunque claro, en su casa le sigan diciendo Laure. En todo caso el asunto no es tan sencillo pues, poco a poco, irán surgiendo ciertas complicaciones, por ejemplo le da pudor andar con el torso desnudo al jugar a la pelota, cómo demonios usará el traje de baño cuando vayan al lago a nadar, y bueno, no puede mear detrás de un arbolito como los demás chicos. Una niña del grupo se enamora de ella, pensando que es un niño. Y la pequeña mentira (¿es una mentira?) irá creciendo, y ya no será tan fácil de llevar cuando personas más adultas se enteren de cómo es conocida por los demás.La directora nuevamente juega con la ambigüedad, no está interesada en ofrecer respuestas o lecciones, solamente retrata, con honestidad y autenticidad, la vida y personalidad de sus personajes en el diario vivir, sobre todo cuando esa cotidianidad se ve sacudida por cosas que no esperan o que seguramente les sucede a otras personas. En ningún momento de la película se nos aclara (como corresponde, por lo demás) si la protagonista es en realidad un niño en cuerpo de niña, o si su estilo es una suerte de capricho o destello de rebeldía ante ciertas convenciones de vestimenta. No sabemos si la protagonista está enamorada de la chica que se enamora de ella, o si simplemente le sigue el juego para que no la descubran. No sabemos si la vehemencia con que defiende su forma de ser es una lucha por su derecho a forjarse la identidad que desee o si es la terquedad infantil cuando se le descubre una travesura. Pero es la forma en que quiere ser, ahora o para siempre, y la película muestra lo difícil, lo bello y lo triste, que es tomar una decisión incómoda para quienes viven cómodos dentro de ciertos límites o parámetros. Importan menos las razones detrás de la personalidad o forma de ser de la protagonista que el modo en que los demás se relacionan con ella y cómo sus reacciones le afectan, por dentro y por fuera.
Sin moralismos ni aleccionamientos o proclamas, sin tampoco recurrir a golpes de efecto o al drama trágico propio del cine social más manipulador y oportunista, la directora no sólo ofrece una lección de cine sino que también pone sobre el tapete, con franqueza y sutilidad, un tema (o varios temas, o distintas perspectivas o enfoques) siempre complicado. En suma, valioso visionado.Otra grandiosa película de Céline Sciamma, magníficamente dirigida (con una puesta en escena algo más naturalista, menos estilizada que la anterior, pero eficaz al retratar la complejidad de las personas) e interpretada, nuevamente y en su mayoría por un reparto no profesional (aunque por ahí está el hijo de Jacques Demy y Agnès Varda). Una película que confirma el gran talento de esta joven directora.