Hace unos días David Trueba escribía en su columna de El País algo como que "los medios de comunicación ignoran las noticias de suicidios para no fomentar la imitación. Sería fantástico que hicieran lo mismo con las declaraciones estúpidas, el cotilleo o la atracción por lo idiota, pero quizá nos sentiríamos menos representados". Luego el artículo derivaba hacia otras consideraciones, más cercanas al suicidio que a la tontería en tv, que es sobre lo que a mi me apetece escribir ahora.
Estoy seguro de que ya todos nos hemos dado cuenta de que lo que triunfa en tv no es lo mejor (tópico). Que algún programa más o menos estúpido pueda conseguir grandes audiencias, tampoco debería ser extraño; la extrañeza aparece cuando el resto de canales de tv, en lugar de buscar fórmulas de éxito por si mismas (aunque sean estúpidas), se dedican a replicar la tontería del otro.
Y eso que la copia no garantiza un éxito similar. Véase el ejemplo claro y reciente de los reality shows: no han conseguido el mismo nivel de éxito Gran Hermano que Granjero Busca Esposa; ni Operación Triunfo que Factor X. Pero eso no impide que la parrilla se llene de clones, para desgracia de todos.
Por otro lado, ¿es cierto que nos sentimos representados en las tonterías que vemos en la tele? No debe de andar muy desencaminado David Trueba en casos como los de Belén Esteban, recientemente recuperada para el éxito nacional junto con su ¿nueva? cara y su ¿antiguo? marido. Es evidente que el público prefiere ver a esta señora divagar en directo sobre la vida y sus misterios antes que enfrentarse a una edición de noticias (salvando la parte de deportes, claro). Tal vez las comparaciones, que no siempre son odiosas, entre la Esteban y uno mismo (cualquiera de nosotros, comunes mortales) ayude a que nos sintamos mejor... tal vez sólo sea que buscamos algo que nos evada, con tal de no enfrentarnos a la realidad... o tal vez es que la realidad que nos ofrecen este tipo de personajes es más auténtica, más creíble que la que nos ofrecen los Telediarios (sobre todo en según qué cadenas).
¿Cuánto tardarán Antena3 o Cuatro en encontrar una nueva Belén Esteban que llevarnos a la mesa a la hora de cenar?
Y esta situación se acentúa con la proliferación de nuevos canales con la llegada de la TDT. Tertulias, demagogia, teletienda... tenemos la tecnología, tenemos el público, pero no tenemos contenidos que ofrecer. ¿Es acertada, viendo este panorama, la estrategia seguida hasta ahora de llenar la parrilla de canales y más canales, de escaso (por no decir nulo) valor? ¿No sería mejor, considerando que el espectro radioeléctrico es un bien limitado, reducir el número de canales a cambio de que estos se emitan con una mayor calidad técnica (lo de la calidad técnica es evidente en cuanto uno intenta ver un partido de fútbol emitido por TDT en una tele medianamente grande)? ¿Menos es más?
Parece que el sector de la televisión está pasando por el ciclo normal de explosión de actores motivado por la llegada de la TDT (igual que ocurrió en telecomunicaciones hace 10 años)... pero la concentración que debe llegar con la madurez es inevitable. Y viendo los contenidos que nos ofrecen, cuanto antes, mejor.
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